Capítulo 2

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Pasaron tres días desde esa velada, y Regina y Elsa solo se habían intercambiado palabras dulces y promesas de una pronta cita. Desgraciadamente, las obligaciones que cada una tenía les habían impedido verse como ellas hubiesen querido.

Con la cercanía de las festividades, Regina estaba desbordada, confinada en su despacho y solo comía si su secretaria o Emma se lo recordaban. Por eso se sorprendió al ver aparecer a Elsa acompañada de una cesta de mimbre, como las de pic-nic.

‒ ¿Elsa?

‒ Siento venir sin avisar

‒ No, no, no pasa nada‒ Regina se levantó y antes de aventurarse a hacer cualquier gesto hacia la joven, se certificó de cerrar la puerta de su despacho con llave, y después se giró hacia ella ‒ Hermosa sorpresa. Vienes bien, necesitaba relajarme

‒ ¿Ah sí? ¿Duro día?

‒ Dentro de diez días son las celebraciones de la unificación de los reinos y tengo la impresión de no haber avanzado nada. Tengo la sensación de estar siempre hasta arriba.

‒ Comprendo. Yo también tengo que ocuparme de ciertas cosas

‒ ¿Los Northuldras?‒ preguntó Regina, interesada ‒ ¿Están dando problemas?

‒ No, son solo...Algo salvajes. Supongo que tienen un pasado con nosotros, tengo que hurgar en los archivos. Pero por ahora, he venido a traerte un plato típico de donde soy. Supongo que no has comido.

‒ Supones bien‒ sonrió Regina ‒ Ven

Se dirigieron al sofá donde Elsa dejó la cesta

‒ Sobre...

‒ ...¿Nosotras?

‒ Nosotras, sí. Yo...¿Entonces? ¿Cómo hacemos?

‒ La cuestión es: ¿quieres ser discreta de momento?

‒ Yo...Preferiría que sí

‒ Entonces lo seremos‒ sonrió serenamente Regina ‒ Ahora que esa cuestión está resuelta....¿Qué delicia me has traído?

Elsa, algo más aliviada abrió la cesta y compartieron una buena ahora, en mutua compañía.

‒ David, ¿puedes pasarme el biberón, por favor? Debe estar caliente

‒ ...

‒ David, por favor

‒ ...

Snow frunció el ceño mientras se levantaba e iba ella misma a buscar el biberón, con su hijo en brazos.

‒ Gracias por la ayuda

‒ ¿Hm? Eh, ¿qué?

‒ Estás totalmente en las nubes estos últimos días. Pero ser sheriff en Storybrooke no es que sea el trabajo más estresante de la tierra, tienes que admitirlo

‒ Sí, lo siento, yo...Estoy preocupado

‒ ¿Por qué?

David miró a su mujer y a su hijo antes de suspirar.

‒ Si estuvieras en mi lugar, ¿qué harías si tuvieras que hablar de un tema privado con alguien sin que te mande a paseo?

‒ Hm, depende de quién sea. Y depende del tema, pero en general...Si es privado...

‒ Ya...

‒ La respuesta no te convence, ¿eh?

– Digamos que...Es privado, pero...Pronto podría dejar de serlo.

¿Y después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora