Capítulo 9

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‒ ¿Re...Regina?

‒ Emma. ¿Puedo entrar?

‒ ...

‒ Tengo que hablar contigo

‒ ¿Que...tienes que hablar? ¿Aquí y ahora? ¿Con...Conmigo?

‒ ¿Puedo entrar?‒ repitió Regina

Emma se apartó, abriendo paso a la bella morena que dio unos pasos hacia adentro. Emma no se lo creía: después de días evitándose, ¿era Regina la que venía a ella?

‒ Yo...¿Qu...Quieres beber algo?

‒ No, gracias

Emma se quedó allí, inmóvil, sin saber qué hacer. Regina estaba delante de ella y apenas se atrevía a alzar la mirada hacia sus ojos...Hasta que escuchó la voz de Regina.

‒ Espero que no estuvieras durmiendo‒ dijo Regina. Evidentemente las ojeras y la mirada fatigada de Emma sin duda se debían a un sueño perturbado...del que ella misma era la culpable.

‒ No, no, aún no...

‒ Hope...

‒ Está aquí. Durmiendo‒ sonrió débilmente Emma

‒ Bien...

‒ ¿Qué quieres?‒ soltó de repente Emma en un tono más seco de lo que hubiera deseado.

‒ He venido a hablar contigo

‒ Creí que ya nos habíamos dicho todo. En todo caso, es lo que me dejaste entender antes de ayer, ¿no?

‒ Sí, yo...Bueno...Era complicado

‒ ¿Era? ¿Ya no lo es?‒ replicó Emma

‒ Las cosas...Han sensiblemente cambiado

‒ ¿En qué?

‒ Yo...

Emma percibió el nerviosismo de la bella morena. Muy pocas veces la había visto de esa manera. Dejó de lado su postura defensiva, y suspiró.

‒ Venga, siéntate.

Se sentaron en el sofá, cada una en un extremo, y Emma decidió darle tiempo a Regina. Ella se quedó, entonces, algunos segundos en silencio, callada, mirándola. Regina se trituraba los dedos, la cabeza gacha.

‒ Lo siento de verdad muchísimo

‒ ¿El qué?

‒ Haberte rechazado de aquella manera

Emma tembló. ¿De verdad iban a tener esa conversación ahora? Quizás fuera una señal del destino, según la dirección que esta tomara, la decisión de Emma sería irremediable.

‒ Lo he intentado, he perdido. Fui torpe y jamás debí haberte forzado de esa manera.

‒ No has perdido...‒ murmuró Regina

‒ Eso depende de lo que se tome por un fracaso...Si quieres decir que no he perdido nada porque no había nada que perder...

‒ No. Lo que quería decir es que no has perdido nada porque...‒ carraspeó ‒ Emma...Creo que...Yo...

‒ Hey, Regina, respira. Sea lo que sea que tengas que decirme, no es necesario que te pongas en este estado. Pareces estresada.

‒ Te tengo un enorme afecto, de verdad

‒ Eso jamás lo he puesto en duda‒sonrió débilmente Emma ‒ Ese no es el problema. Yo también te tengo afecto...Un poco más de lo que debería tenerse por una simple amiga.

¿Y después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora