Capítulo 3

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Snow ajustó con cuidado la corona, después apretó sin exagerar el corpiño. Comprobó que el peinado estuviera impecable. Una vez satisfecha, sonrió, mirando el reflejo en el espejo.

‒ Estás soberbia

‒ Gracias

Regina se giró hacia ella, orgullosa. La pequeña morena le sonrió de oreja a oreja y le pasó sus guantes.

‒ Toma

‒ Gracias

‒ ¿Estás nerviosa?

‒ Siempre ante tales acontecimientos. Estar frente al pueblo, aunque las cosas hayan cambiado desde hace tiempo, trae recuerdos de un pasado tumultuoso de cuando estar frente al pueblo no era ni glorioso ni cálido.

‒ Los tiempos han cambiado, como tú dices. El pueblo te ha aceptado desde hace tiempo. Es más, puedes enorgullecerte de ser la única soberana de una multitud de mundos. Nadie lo había hecho antes de ti. Y te las apañas magníficamente.

‒ Tengo mucha ayuda

‒ Cierto, pero nada de todo esto hubiera sido posible sin tu voluntad. Y hoy, celebramos el día en que nos reuniste a todos y nos salvaste, el día en que nos ofreciste a todos una nueva vida, una segunda oportunidad.

‒ ...

‒ Así que ahora...‒ la empujó ligeramente hacia la puerta ‒ Vas a saludar a tu pueblo y a dar comienzo a las festividades. Seguirá una maratón en la que visitarás cada uno de los mundos, los saludarás, recibirás sus quejas. Después te sentarás en tu trono durante el baile.

Regina sonrió: era un cargado programa, pero le encantaba.

‒ Por cierto, hablando del baile...¿Has encontrado, este año, alguien que te acompañe?

‒ ¿Por qué preguntas eso?‒ soltó Regina a la defensiva

‒ Oh, por nada. Solo me preguntaba si, también este año, estarías sola. Qué pena para una reina no tener a su lado a un rey‒ bromeó Snow ‒ Aunque está claro que no necesitamos a un rey.

‒ ¿Y si fuera el caso?

‒ ¿Qué? ¿Tú...Tienes a alguien? Tú...

‒ Es media verdad‒ la cortó Regina ‒ Efectivamente, tengo a alguien, pero...No es un futuro rey‒ sonrió ella

‒ Oh...Ya sabes, decía rey, pero no forzosamente como función. Da igual que sea de la nobleza o no, y...

‒ ...No, Snow, lo que quiero decir es que...No es un hombre‒ había pronunciado esta última parte de la frase en un susurro apenas audible. De repente tuvo miedo del juicio de Snow, antigua némesis convertida en amiga. Pero cuando alzó el rostro y se cruzó con la mirada de la joven, solo vio una sonrisa amable.

‒ Está bien

‒ ¿Está bien? ¿Es todo lo que vas a decir?

‒ ¿Qué esperabas que dijera? Regina, si eres feliz, es lo más importante

‒ ¿De verdad? ¿No te molesta que sea...Una mujer?

‒ ¿Francamente? Da igual. Mientras reines convenientemente y con justicia nuestros reinos.

Regina no se esperaba tampoco que Snow se riera en su cara o la fustigara, pero esa avalancha de bondad y amabilidad por su parte siempre la sorprendería.

‒ Estoy sorprendida...

‒ ¿Sabes? En el castillo, yo no estaba ciega‒ rio Snow

‒ ¿Perdón?

¿Y después?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora