CAPÍTULO 13

22 6 11
                                    

La joven reina no tardó en interponerse entre su caza, que yacía a sus pies sobre el suelo y él. Masroud, asombrado, no supo qué hacer en ese instante. Thais alzó su mirada color miel, protegiendo con su propio cuerpo al arquero.

--No. ¡No lo permitiré! No encerrarás a nadie en la mazmorra--dijo Thais con voz firme.

--Mi reina, apartaos. Con todos mis respetos, este chico es un truhan. Ha atacado nuestras torres de defensa, ha incendiado una de ella. Y días atrás fue él quien me hirió con una flecha.

Kiran alcanzó a su esposa, poniendo una mano con suavidad en su muñeca, apartándola del camino de el Implacable.

--¿Qué ocurre aquí, Thais?--le preguntó ciñendo su cintura deliciosa.

Ella señaló con la cabeza a Masroud, cruzando sus brazos a la altura del pecho la miró ceñudo sin saber que hacer.

--Ya que sois su hermano además de su señor y rey, ordenad que la prisionera no será dejada en las mazmorras, por los antiguos dioses. ¡No permitiré que otra mujer pase mi suplicio!--acabó gritando la joven reina..

Kiran se cruzó de brazos en idéntica actitud, mirando a su esposa y a su hermano alternativamente. El arquero al cual llevaba atado Masroud con una cuerda en sus muñecas unidas a la espalda, seguía en el suelo con la cabeza gacha, emitió un ahogado murmullo de maldición.

¿Prisionera? Se preguntó Masroud.

Ambos hombres miraron ahora a la criatura que permanecía agachada como si quisiese desaparecer de la faz de la tierra en ese momento. De sus labios pareció salir un gemido quedo.

Masroud se acercó veloz a su captura, una vez que Kiran sostuvo a su esposa de la cintura con brazo firme y la apartó de su camimo. Con dos dedos le elevó el mentón obstinado para verle bien el rostro a la pieza, entonces no tuvo duda.

--Por todos los dioses... ¡Una mujer!--dijo el guerrero asombrado.

La joven echó la cabeza hacia atrás e intentó de deshacerse del toque de Masroud. A pesar de su situación en inferioridad le miró con fiereza.

--¡No le haréis daño! ¡No ira a una mazmorra!--insistió Thais, asiéndose de la camisa oscura de su esposo. Este permanecía anonadado ante la inesperada situación.

Thais quiso ir a proteger a la joven de nuevo con su propia persona, la conocía desde niña aunque apenas hubiesen podido cruzar unas palabras, pero su esposo la frenaba ciñendo su cintura, casi alzándola del suelo de mármol.

--No, no puede ir a una mazmorra, por supuesto--Masroud tiraba de ellas ataduras de la joven para que se incorporase del suelo--. ¿Quién sois muchacha?

Masroud solo tenía ojos para la desconocida joven, la miraba, pasando la lengua por sus labios. Su garganta se había secado. Una mujer maldita sea. Contemplándola bien, de cerca y sin capucha... ¿Cómo no se percató antes? Asumió que era un jovenzuelo solo por su habilidad como arquero, apenas se fijó en su rostro. Aunque de rasgos fuertes y definidos, no cabía duda que esos labios delicados eran los de una chica, igual que esos ojos verdes de tigresa. Sus dedos asieron el mentón de la joven con firmeza.

--¿Cómo te llamas? ¿Quién es tu familia?--le preguntó a la muchacha.

--No soy nadie importante. soy una simple arquera--dijo sacudiendo su melena suntuosa, cuya trenza se había deshecho.

Masroud cerró la boca para que no le entraran moscas, sorprendido de no reconocer que fuese una muchacha todo el tiempo. Ella le miraba ceñuda, no iba a confesar quien era. Esperaba que la princesa Thais a la que conocía, e intercedido por ella, fuese lo bastante inteligente para no decirle que era hija de el peor enemigo de esos hombres.

Leyendas de los Reinos Velados, 2. Masroud el Implacable.Where stories live. Discover now