9. Hanahaki.

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Hi~ Llegamos finalmente al promp que me impulsó a sacar esta trama, el capítulo es bien especial para mí, siento que entre este y el siguiente cambia completamente el ritmo y pasamos con turbo a responder preguntas y a tratar ya los temas más a profundidad porque nos queda practicamente una semana de dinamica y ya.

¡Espero que les guste!

¡Espero que les guste!

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Clic.

Clic. Clic. Clic.

—¿Qué estás haciendo?

La amortiguada risita mañanera de Aslan choca en el cuarto, la tenue brisa primaveral se cola entre las gruesas cortinas amarillas, la cama cruje apenas se levanta para darle una sonrisa mansa y suave a su acompañante, quien baja la cámara con una expresión que si bien, le es indescifrable, le resulta absolutamente maravillosa, atrapa el momento con un flash mental, con la luz dorada enmarcando esos ojos cobrizos brillantes y rasgados, realmente brillantes en una ternura arrebatadora, con aquel cabello rebelde y entintado meciéndose al son de su tararear, es lo suficientemente esponjado para proyectar sombras en sus mejillas y constelaciones de estrellas, aún si es un artista en lugar de musa le parece etéreo, tan lejano.

Una rosa.

Eiji es una rosa pero se siente ¿mal?

—Te veías bien para una fotografía. —Eiji responde con simpleza, acaricia los bordes de la cámara con movimientos delatores y frenéticos, tirando de la correa alrededor de su cuello para sacarse el aparato, enganchando la cuerina en el soporte de su camiseta—. ¿Quieres ver?

—Quiero ver. —Afirma, haciéndole un espacio en la desastrosa cama para que se siente a su lado, las mantas caen hacia la alfombra de felpa, los libros retumban a la orilla del colchón, se desvelaron leyendo a Salinger porque es un ganador—. Has tomado muchas imágenes mías en este tiempo.

—Creo que estoy con inspiración. —Susurra con una sonrisa nerviosa, sentándose al otro extremo de la cama con timidez, como si estuviese pidiendo permiso y en cierta medida, lo hace—. Gracias por aceptar ser mi modelo. —Su voz se estrella contra sus dientes, consiguiendo que su acento se vuelva más áspero y duro, es casi difícil de comprender.

—Lo que sea para hacerte feliz, dulzura. —Se burla, utilizando un apodo de mierda que sabe lo hará enrojecer de pies a cabeza.

—Eres de lo peor.

—Pero aun así sigues volviendo a mí. —Eiji rueda los ojos, apoya su espalda contra el respaldo de la cama, baja la cámara hacia su regazo para que ambos puedan contemplar la diminuta mirilla—. No lo estás negando. —Empuja sus cabales un poco más lejos, quiere ver a dónde se encuentra el límite de la paciencia para ponerlo a prueba, Griffin suele decirle que sea cuidadoso jugando con fuego.

—No lo estoy negando, tienes razón. —Y por supuesto—. Dulzura. —Se quema.

Eiji proyecta la imagen con cierta reticencia, la fotografía era su único refugio contra las bombas en un mundo que se acababa, en un mundo que lo dejó desnudo con su corazón sangrante tragándose una y otra vez su valor del tamaño de un carbón, tiene miedo de muchas cosas y piensa en miles de cosas más el segundo que presiona el botón de la cámara. ¿Qué pasa si no le gusta?, ¿qué pasa si no es capaz de captar esa esencia meliflua?, ¿qué pasa si confirma todos sus peores temores?, ¿qué pasa si carece de talento y efectivamente es un girasol? Los girasoles no son bonitos, no puede serlo, no puede darle la razón.

Send me roses  [Angstruary]Where stories live. Discover now