¿Qué te hace sentir?

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GERMAN POV

Una vez estuve lo suficientemente lejos de la casa de Angie no pude evitar sonreir y lanzar un grito de jubilo. Solo esa mujer causaba tanta euforia en mi lo suficiente para hacerme gritar como un loco enamorado. Observe las copas de los arboles sobre mi y por un momento todo me parecio mas verde; mas vivo. No importaba que ella perteneciera a alguien mas pues en poco tiempo pararía de ser asi. Seria mia. Solo mia. Innumerables veces habia estado con mujeres que estaban con alguien, y aun asi pase la noche con ellas; sin importarme nada. No sentía nada por ellas y aun asi habia corrido el riesgo de disfrutarlas por una noche. Algo pasajero e insignificante. Ahora lucharía por el corazon de una mujer a la cual si amaba, y con todas mis fuerzas. Si pensaba que se libraría de mi estaba muy equivocada. Observe la calle frente a mi y de pronto dos aves volaron por encima de mi. Sonreí como bobo y me sentí como princesa en un cuento de hadas... si, asi de ridículo. Era un dia precioso y soleado, como si el sol estuviera a mi favor iluminando mi dia y recordándome que allí afuera habia una mujer hermosa que iluminaba mi vida igual o aun mas que el. Solo Angie me ponía asi, de un modo tan alegre que ni yo sabia explicar como o porque. Continue caminando calle abajo hasta que cai en la cuenta de que era martes y habia colegio. Me detuve lentamente y mi sonrisa se borro. La idea de recibir clases podia arruinar incluso el mas bello dia. Resople y me arremangue el sueter, deseando que aun tuviera mi reloj y no se lo hubiera dado a un pordiosero anoche, en medio de mi borrachera. Afortunadamente ahí estaba, intacto. Observe la hora y me di cuenta de que las clases habían empezado hace media hora. Sonreí como in;o travieso, de ningún modo me dejarían entrar media hora tarde... y no me quejaba tampoco.

-Bien, hoy habrá dia libre- me dije para mi mismo, como un loco hablando con si mismo a mitades de la calle.

Solte un suspiro distraído y continue caminando admirando cada detalle de la calle por la cual transitaba. Al cruzar en una esquina me encontré con una casa de madera estilo canadiense. Esta tenia un gran jardín anterior a la entrada y en el había infinitud de flores de todos colores y formas. Violetas, margaritas, rosas, claveles, buganvilias y otras que no reconocia. El contraste de colores y formas hacían una explosiva mezcla de gamas que me cego al principio. Nunca me habia fijado en esa casa, aunque hubiera transitado la calle miles de veces. Del otro lado de la calle un perrito ladraba, rogando por salir de la casa en la cual estaba encerrado. Al verme observarlo se aproximo a la reja y meneo la cola, como diciéndome hola. Sonreí y segui mi camino, viendo maravillas en cada uno de los rincones. Maravillas que antes ni siquiera habia notado.

De repente me puse a pensar si ella llegaría al colegio y de la nada tuve ganas de ir. Seguro ya estaría allí y aun asi no me dejarían entrar. Suspire y decidi parar de pensar en eso. Con verla una vez al dia me bastaba... no, mentira. No me bastaría ni aunque la viera los ochenta y seis mil cuatrocientos minutos del dia. Tiempo... como sabia eso? Ah si! Angie... cuando esa mujer hablaba era música para mis oídos y no podia evitar ponerle toda la atención del mundo. Ventajas de estar enamorado de la maestra. Como un reflejo sujete la caperuza de mi sueter azul oscuro e inspire su aroma hasta el fondo. Olia un poco a ella, si exceptuamos el olor a vainilla que su cabello desprendía e impregnaba su ropa. Al inspirar la dulce fragancia de su detergente otra sonrisa surco mi rostro y no pude evitar olerla un par de veces mas. De pronto mi celular vibro, haciendo que mi pierna percibiera el repentino movimiento. Considerando la posibilidad de que fuera ELLA quien llamara me apresure a sacar el celular -que solo tenia tres porciento de batería- de mi bolso, donde al parecer Angie lo habia dejado después de lavar el pantalón. Tome el aparato en mis manos y lo observe emocionado hasta que me di cuenta de que era mi segundo padre, el que siempre estaba pendiente de mi.

"Donde estas? Olga y yo estamos preocupados por vos. No hemos sabido nada de vos en dos días y tampoco contestas nuestro mesajes...

<<Pero que mensajes? Si yo no vi ningún... ah... esos nueve mensajes>> pensé comprobando la casilla de mensajes en mi celular. Cerre el menú y continue leyendo el mensaje que Ramallo me habia enviado.

En mi propia trampaWhere stories live. Discover now