Cuarto sol

78 14 0
                                    

03 de Diciembre de 2021

Por la miel en su cabello o el turquesa en sus ojos,

Girasoles.

Aquel día me llenaron de girasoles. Tanto así, que tuve que rodear con mis brazos aquellos fascinantes y verdosos tallos, para acapararlos a todos. Me encontraba tan sonriente e iluminada, sentía en mí una fingida calma abrumadora y momentánea. Sin poder evitarlo eso se vio reflejado en las comisuras de mis labios, los cuales descendían lenta y lastimosamente, porque aunque mis brazos estuviesen repletos, aún había un vacío por tu causa en mi pecho.

Aquella sensación de estar siendo mimada por los pétalos de girasoles no se comparaba con la sensación del roce de nuestras manos al momento de unirse. En mis recuerdos aún permanece la noche en la cual caminábamos en silencio, admirando al cielo que se mostraba tan tranquilo y pulcro sobre nosotras, cuando de repente, sin previo aviso, tú solo tomaste mi mano con delicadeza y firmeza a la vez para comenzar a correr, sin dar señales de detenerte, ni dando razones del por qué nos encontrábamos corriendo. Tu mano sujetaba a la mía, con la luna de testigo, y yo solo te seguí sin preguntar. Quizás una parte de mi aseguraba que huir siempre fue algo tuyo y solo por esa vez, solo tal vez, querías hacerlo conmigo.

Agitadas y entre risas solo mencionaste lo divertido que se te resultaba sentir adrenalina de forma repentina. Que correr de vez en cuando se volvía un acto tentador para ti y hacerlo junto a mi te hacía sentir viva.

Tan alocada, como siempre solías ser. Bajando mi mirada a nuestras manos que aún permanecían unidas, me limité a asentir y sonreírte, esa noche también mencionaste lo linda que me encontrabas y que si fuera por ti, me darías todos los girasoles del mundo, para crear nuestro propio jardín, a la vez que asegurabas de que mi belleza no se comparaba a la de ellos.

Querida mía, ni todos esos girasoles en mis brazos se comparaban a tus manos rodeando las mías. Recordando tu cálido agarre firme y gentil, lloré. Lloré como niña pequeña, entre sollozos abrazada a mis flores, regando con gotas saladas aquellos relucientes pétalos dorados y me pregunté; ¿volverías a tomar mi mano para así huir nuevamente? Porque todos estos girasoles se están marchitando y yo necesito solo correr lejos de aquí. ¿Podemos huir juntas? Qué inútiles preguntas las mías. Supongo que ya es tarde, eso ya lo hiciste solo por tu cuenta: huiste. Desde aquel día lloro por tu ausencia y mis ahora flores marchitas.

Milacia


💛🌤🌼

Epistolario 𝒔𝒐𝒍𝒊𝒔 ©Where stories live. Discover now