Prologo...

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Narrado por Anabette:

Nadie dijo jamas que tener una gemela fuera fácil, ¡realmente es una mierda!...bueno, quizás estoy exagerando un poco.

También tiene sus ventajas, Leah y yo somos totalmente idénticas pero opuestas...Obviamente yo soy la mas atractiva pero ella cuenta con su encanto natural, la muy condenada...

Para que logren comprenderme mejor, me llamo Anabette -me dicen Ann y el que no lo hace pues no vive para contarlo- tengo 17 años y como verán...tengo una gemela.

Por esa razón mi vida hizo un giro de 180º grados, creo que comenzare por la mañana en que todo comenzó.

-—¡Anabette! —grito furiosa, oh no...no me pudo haber dicho así—. ¡¿Esa es MI camisa escocesa?! —"¿asi que por eso tanto griterío?" pensé.

—Claro, ¿quien mas sería de mi talla? —La ironía desbordo de cada palabra que salía de mi boca, estaba encantada de tener el honor de hacerla enojar.

Aquí presente mi pasatiempo favorito.

Y realmente, realmente me es fácil hacer esfumar la paciencia de las personas.

—Quítatela —exigió.

"oh no, claro que no...¿que otra camisa se vera a la altura de mi sensualidad?"

—Claro que no.

—Si.

—Oblígame. —La rete.

Salí corriendo por el pasillo que separaba nuestras habitaciones y corrí escalera abajo, en dirección a la cocina donde estaba mamá.

—Chicas, ¿otra vez comenzaron? —Su tono de voz me dijo que no estaba para soportar nuestras guerrillas un lunes a las 7 am pero de todas formas, ¿qué podía hacer? Leah quería sacarme su hermosa camisa....La cual le robaría.

—Anabette comenzó —Mi gemela -muy malhumorada- se cruzo de brazos y golpeo su pie repetidas veces contra el suelo, ¿por que nadie le decía que eso la hacía ver totalmente inmadura? le harían un favor pero yo no gastaría mi saliva en aconsejarle, ella me quería sacar la camisa.

—Yo no comencé. —me defendí—. ¡Ella no tolera la idea de que su camisa me quede mejor a mi que a ella!

—-¡Patrañas! —grito ofendida—. Somos gemelas, ¡tenemos hasta el trasero idéntico!

Joder, eso si que no.

—¡Mi trasero es mas atractivo que el tuyo!

—¡Claro que no!

—¡YA BASTA! —El grito nos dejo duras en nuestros lugares, mamá jamas nos gritaba, jamas se quejaba pero sobre todo...¡Jamas perdía la paciencia!—. ¡Estoy cansada de que se peleen por lo mínimo! Son hermanas y parecen no aprender la importancia que tiene eso. Deberían hasta ser mas unidas que las hermanas normales y no lo demuestran.

—Pero mamá... —Leah intento calmarla de la forma que hacía siempre pero esa vez no funcionó.

—"Pero mamá" nada, ya hable con su padre y llegamos a un trato.

—¿Con papá? —pregunto una Leah esperanzada, jamas lograría entenderla.

—¿Hablas del hombre que nos abandono por que dijo que dos gemelas eran un paquete doble y pesado? Eso no es un padre. —Sisee entre dientes, tenía demasiado rencor hacía el y mamá lo sabía.

Cuando escuche su suspiro me prepare para lo peor.

—El esta arrepentido Ann, hablamos y el quiere enmendar su error...y yo necesito un respiro.

"Oh no"...

—Así que tu también te sacaras el paquete de encima. —Leah abrió su boca y la cerro, hizo esto repetidas veces y supe que estaba apunto de quebrarse.

Como buena hermana me acerque y rodee sus hombros con mis brazos. Ya tendría tiempo de palear por la camisa.

—No me estoy sacando el paquete, estoy nivelando la balanza— respondió en su defensa—. Así que se irán un año a vivir con su padre, y luego un año conmigo si así quieren hacerlo...es lo mejor para todos.

—¿Lo mejor es mandarnos a la otra punta del país? —Acaricie el hombro de Leah mientras ella intentaba contener el llanto. Ese era el momento donde mis comentarios entraban en escena.

—Ya calma, Washington no sera tan malo...siempre juntas, ¿recuerdas? —intente animarla justo cuando sorbió su nariz -Iuuuu, gérmenes- y asintió con su cabeza.

—Siempre juntas. —Miro a mi madre sin rencor, solo con aparente tristeza y decepción...no entendía como lo hacía, yo me sentía como un volcán apunto de hacer erupción—. ¿Cuando nos iremos?

—Hoy, ya reserve sus pasajes. —Se movió por la cocina y abrió un cajón, de ahí saco nuestros pasaportes y los boletos de avión—. Tienen dos horas para hacer las maletas. —La mire con odio y decepción, estaba cansada de ser la carga que los padres se tiraban entre si.

Y sabía que de las gemelas Evans, yo era la carga mas pesada.

—Vamos a hacer las maletas, ya quiero alejarme de ella. —Leah hizo una mueca pero no protesto, jamas lo hacía cuando sabía que lo mínimo me haría estallar.

—Ann... —Corte el parloteo de mi madre justo cuando nos dirigíamos escaleras arriba—. Lo siento.

—Guarda tu "lo siento" donde mejor te quepa. —Termine de subir las escaleras y entre en nuestra habitación para ver a Leah sacar dos enormes maletas—. ¿¡Como te lo tomas tan jodidamente bien!?

—No lo se, no puedo ir por el mundo odiando a mi propia familia. Mamá nos soporto 17 años Ann, tal vez necesite un descanso.

—Eres demasiado buena —dije.

—Y tu muy cascarrabias ¿por qué no cambiamos?

Esto se ponía interesante.

—¿Cambiar?

—Si —respondió rebosando emoción mientras saltaba sobre la punta de sus pies—. Este año con papá yo seré tú, y tú seras yo.

Lo dude...Y yo generalmente no dudaba.

—No se si puedo ser tan...empalagosa. —Titubee.

—¿Estas dudando? —preguntó—. Sera un año, ¿crees que no será divertido que yo intente ser la fría y tú la cálida?

—¿Crees soportarlo? Una vez que acepte no hay vuelta atrás —advertí, intentando asustarla para quitar esa idea de su cabeza.

—Lo soportare. ¿Qué tan difícil puede ser querer llevarse el mundo por delante?

—Vale. —Acepte por impulso—. Tu seras yo y yo seré tu solo por un año, al volver aquí todo sera igual...¿Hecho?

—Hecho —dijo estrechando mi mano.

Y ahí cambio todo.

Two worlds collideWhere stories live. Discover now