Capítulo 4: Negros de dos metros [Parte 1]

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En este momento además de pensar en ella, estaba recapitulando en mi situación. Ésta mañana —sí es que era de mañana porque no recuerdo la puta hora— estaba aplatanado en mi cama como un chicle a un zapato; Neil llego a joderme la poca paciencia que poseo y ahora estoy con él en el auto, camino a no sé dónde para hacer no sé qué cosa.

"¡¿Y sí te lleva a prostituirte para así poder mantenerse sin la necesidad de trabajar?!"— Mierda, maldita voz interna que jode en los momentos menos indicados—. "¡O peor aún! ¿Y sí te lleva a un lugar en lo oscurito para que un negro de dos metros te viole?"—.

"¿Qué mierda?"—pensé. No sé que he hecho para ganar a una voz interna así; de seguro el día que las asignaron no habían más y solo quedo ese intento defectuoso de conciencia y razonabilidad. No soy racista y no tengo ningún problema con los negros, pero aún así, la idea no me es para nada atractiva.

"Dime lo que quieras, pero al final, soy tú. Y solo soy una manifestación de tus más profundos y oscuros pensamientos; además, aún no descartes la idea. Bien sabes que los métodos de Neil por animar a alguien son poco convencionales y está de más decir que estupidos."— En eso... sí tenía razón.

"Ni me lo recuerdes, aún no lo supero"—me respondí a mí mismo. Era extraño mantener una conversación con mi «yo» interno.

La última vez que Neil intento animar a alguien por su estado de animo con la excusa de que necesitaba despejarse y olvidarse de todo, terminamos en un jodido bar gay. Al principió no lo habíamos notado, pero si había tenido mis sospechas. Es decir, ¿un bar repleto de hombres comiéndonos con la mirada y sin ni una sola chica? No había que tener más de una neurona funcionando para darse cuenta; y más sí a eso agregaba que me tocaron el culo con "disimuladas" nalgadas en más de una ocasión.

Que asco. Si hubiera sido una chica, se pasa. ¿Pero... un chico? Me sentí violado.

Los gays me dan igual; no tengo nada en contra de ellos, pero eso es muy diferente a interactuar con ellos de esa manera y más en un ambiente como aquel. Sin duda, desde ese día no me quedaron más ganas de conocer las formas de animar de Neil, ya que era muy probable que ésta vez sí termináramos en un prostíbulo y me obligaran a venderme...

"Y ahí aparecería el negro de dos metros" —culminó la frase mi conciencia.

"Y dale con el negro de dos metros"— Pensé con resignación. Mi voz interior tenía un problema muy serio con los negros de dos metros; tal vez necesitaré terapia después de esto.

Las conversaciones de este tipo con mi conciencia no eran muy buenas, además parecía paranoico. Julie me pegó su maña de exagerar a veces la situación.

— ¡Llegamos! —gritó Neil sacándome de mis divagaciones.

Presté más atención a mi alrededor y me fijé bien en dónde estábamos.

Reconocí el lugar, mis amigos y yo solíamos pasar tiempo aquí después de clases; fines de semana, tiempos libres, en fin... Prácticamente nos la pasábamos aquí todo el tiempo. Y no, por sí lo están pensando, no era un callejón alejado en lo oscurito.

Era un bar, —no de esos de mala muerte— muy bien equipado y moderno. Normalmente la mayoría de personas que veíamos por aquí eran adolescentes o universitarios —como nosotros—; ya que para eso estaba amueblado. Para recibir a todos esos jóvenes —nuevamente, como nosotros— que quisieran abandonarse a los placeres del alcohol; aunque claro, siempre seguía siendo un lugar agradable a pesar de las cosas extrañas que podían suceder. Porque sí, podían pasar cosas extrañas en un lugar así, a veces me sorprendía del efecto de la bebida en las personas.

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