Capítulo 18: Nunca te olvidare [Parte 2]

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"Hay heridas que nunca sanan, como recuerdos que nunca se olvidan. Y tal vez lo mejor es eso, no olvidar lo que alguna vez existió."

. . .

En pocos minutos que se le hicieron eternos, se encontró frente al único obstáculo que lo separaba de ella. La puerta, sólo eso. Pero en ese momento se preguntaba como algo tan común, parecía ser un ejército al cual debía enfrentar.

Recordando que el tiempo era poco y en esta ocasión, valioso; abrió lentamente la puerta encontrándose con una imagen que nunca podría sacar de su cabeza.

Se veía realmente agotada, como nunca la había visto antes. Tenía profundas ojeras marcadas alrededor de sus hermosos ojos azules y estos se veían opacos y tristes. Ese brillo vivaz que la caracterizaba no estaba, sólo el rastro de una enfermedad que la consumía lentamente. Y me odie, por todo el deseo que tenía de estar en su lugar y no poder.

Su mirada se dirigió en dirección a la puerta de la habitación y finalmente sus ojos se encontraron. Se acercó lentamente hacia ella, ésta vez sin poder evitar que las lágrimas se derramarán por sus mejillas.

—E-Elliot... ¿Q-Qué h-haces a-aquí? —Su voz era débil y algo forzada. Lo mataba por dentro verla así.

Tomó asiento en la silla al lado de la camilla y entrelazó suavemente sus manos, temiendo que con el más mínimo movimiento pudiera herirla; sintiendo como ésta estaba algo fría y como su tacto hizo que ella se sobresaltara levemente.

Aún a pesar del dolor que estaba sintiendo, me sonrío para tranquilizarme y yo intenté hacer lo mismo, pero no pude.

—¿Por qué... N-No me lo d-dijiste? —preguntó con la voz entrecortada y el sabor salado de las lágrimas recorriendo sus mejillas.

Ella alzó con esfuerzo su mano intentando limpiar las lágrimas que corrían por su rostro. —Yo... No q-quería que m-me v-vieras así. —Acarició suavemente su mejilla para sentirlo, saber que estaba ahí, que era real; mientras él se inclinó más hacia ella para no dejar de sentir su tacto.

—M-Me lo hubieras dicho, yo... Yo hubiera estado c-contigo —respondió.

—Lo sé... —susurró—. P-Pero no q-quería q-que hicieras e-eso. No quería verte p-preocupado, justo c-como estás a-ahora. De no s-ser porque estoy aquí, pensaría q-que el enfermo e-eres tú.

Rió por primera vez en mucho tiempo, hace mucho que no lo hacía y aunque la situación no era la indicada, sólo ella podía hacerlo reír en un momento así.

—Para mí sigues siendo tan hermosa como siempre. —declaró, provocándole un leve sonrojo que relució aún más por lo pálido de su piel. Acarició suavemente su mejilla, grabándose la sensación que le causaba el estar junto a ella.

—Elliot... N-No quiero que sufras p-por mí. Por eso me fui, quería q-que hicieras tu vida. No que c-cuidaras de mí. Soy u-una enferma terminal, y no me g-gustaría que desperdicies tu tiempo d-de ésta manera. —Él negó con la cabeza.

—Yo no lo veo así. Eres es lo más importante en mi vida y para mí no sería un desperdicio de tiempo —respondió firmemente.

Ella sonrió con suavidad, y ese brillo que sólo aparecía cuando estaba con Elliot volvió. Sus miradas se entrelazaban y cada segundo sus rostros se acercaban cada vez más, en un beso tierno y dulce, pero a la vez con un saber amargo. Como una despedida.

—Te amo. —Confesó él en medio del beso.

—Yo t-también te amo.

. . .

AmnesiaWhere stories live. Discover now