XVIII

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— ¡Hola, cuñada!

Jungeun frunció el ceño, pasó su mirada del sonriente joven castaño hacia su hermana, quien rió como una niña.

¿Qué mierda le pasaba a Jihyo?

— ¿Te vas a subir o no?

Escuchó la puerta destrabarse y subió a la parte de atrás de la patrulla.

— ¿Por qué te robaste el auto de tu trabajo?

— Porque puedo— respondió la pelinegra, encogiéndose de hombros.

— ¿Cómo has estado Jungeun? — preguntó Daniel con una sonrisa amable.

— Bien— asintió, sonriendo forzadamente al castaño—. ¿Cómo es eso de cuñada?

— ¿No le dijiste? — Daniel miró a Jihyo, sin dejar de sonreír.

La rubia se preguntó si al chico no le dolería la cara de sonreír tanto.

— ¿Decirle qué? — preguntó su hermana, sin despegar la vista del camino.

— De que somos...

— ¿Somos? ¿Somos... Qué?

Jungeun rodó los ojos, acomodándose en el asiento trasero.

Entre Yerim al teléfono y aquellos dos no sabía qué podía ser peor, pero si que prefería estar acompañando a Jinsoul con su tarea o durmiendo.

— Nunca me pediste ser nada— dijo Jihyo—. No somos nada.

— Bi-bien... ¿Quieres ser mí... Novia?

— Claro— dijo la chica con simpleza.

Jungeun rodó los ojos con fastidio.

No supo hasta cuándo estuvieron así, pero al llegar al centro y estacionar la patrulla Jungeun comenzó a ver los locales de alrededor en búsqueda de algo que pueda ser un regalo decente.

Vió un montón de locales de ropa, y no pudo evitar ver en las librerías los bonitos cuadernos, aunque negó para despejarse de la costumbre cada vez que veía uno.

— ¿No tienes ni idea qué le puede gustar?

Jungeun miró a su hermana un momento.

— Sé todas las cosas que le gustan, es que no encuentro nada que... Este a su nivel, que valga algo de lo que se merece, ¿Me explico?

Vió a Jihyo morderse el labio para ocultar una sonrisa.

— Eres una cursi— dijo, y no pudo evitar reír un poco.

— Púdrete.

— Ahí esta mí hermana— respondió la chica, con gracia—. Yo que tú, le compro algo que a todos les encanta.

Jungeun la miró esperando que continuara.

— Una cámara instantánea— dijo la chica—. Así toda bonita, de color rosa-

— El amarillo me gusta más— la interrumpió—, es nuestro color.

Por primera vez en el día, había tenido una buena idea de qué regalar.

— Pero son muy costosas— murmuró la rubia, con decepción—. No tengo tanto dinero para eso.

Desde que se había ido de la casa de su familia, Jungeun había vivido de algunos ahorros que tenía, y cuando se acabaron, Jihyo comenzó a darle dinero, pero nunca le pedía demasiado, no quería aprovecharse.

— ¿Por qué te preocupa el dinero si al final lo pagaré yo? — dijo la chica.

Jungeun negó.

— No, está bien, puedo pensar en otra cosa.

— Calla, la compraré igual— dijo—. Como dices, Jinsoul merece un lindo regalo, a demás, ella me cae bien, no me molesta gastar en algo para ella.

La rubia sonrió un poco, cálida por el gesto de su hermana.

Jihyo tomó su brazo y comenzó a arrastrarla, en búsqueda de la primera tienda de electrónica que apareciera.

ʟᴏᴜᴅ [LipSoul]Where stories live. Discover now