"VIII"

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Al día siguiente de lo ocurrido, Harry amaneció abrazando a Louis, el ojiazul se sentía vulnerable, algo que casi nunca pasaba.

Harry ya había despertado y ya estaba preparando el desayuno, no estaba concentrado, habían veces donde se quemaba o casi se cortaba por pensar en otras cosas, estaba distraído por lo de ayer.

Jully se dio cuenta de eso, pero trató de ignorarlo, ya que ella también escuchó los gritos de Louis la noche anterior.

Por otro lado, era Louis, ya estaba con su ropa puesta y con la furia en sus puños, sabía que sus padres bajarían a comer como siempre, así que bajó las escaleras ansioso, ya que quería meterle una paliza a su padre.

Al entrar al comedor vio a su madre sentada, eso no era lo inusual, mayormente Louis siempre era el primero en llegar.

Louis dio pasos largos y fue donde su madre. -¿Mamá, cómo estás?- Preguntó Louis asustado por como podría estar su progenitora, le tocó el hombro para que la mujer volteara, pero no lo hiso.

-Hijo, siéntate a comer.- Dijo Jay de una manera seca y cortante.

Louis se sorprendió por eso y sin pensar giró a su madre con su brazo y cuando la vio, su corazón disminuyo sus latidos, veía a su madre con el ojo hinchado y estaba rojo, parecía sangre y al rededor estaba de un color morado intenso, esto no se iba a quedar así, Louis no podía aguantar sus ganas de matar a su padre.

-¿Fue él?- Preguntó Louis con notable furia, sus palabras eran crudas, se notaba su enojo.

Jay se tapó el ojo con su mano y sus lágrimas se desprendieron de sus ojos, Jay estaba sufriendo, ya no podía más, quería acabar con su vida en ese momento, pero estaba Louis, no podía dejarlo solo.

-Ese maldito debe pagar por todo lo que ha hecho, debe morir a sangre fría, ya no debe respirar.- Louis quería contenerse por su madre, pero su sangre estaba hirviendo, sus puños se pusieron duros, estaba a punto de ir a matar a su padre, pero el agarre de su madre lo detuvo.

-No Louis, por favor, te lo pido, no hagas nada, él es más grande, te puede matar, a ese hombre no le interesa que seas su hijo, te ve como un esclavo más, él sólo te quiso tener para que crezcas como un idiota como él, no caigas en su juego, él quiere que seas un asesino y si lo matas a él, todos van a hablar que mataste a tu padre y que eres un maldito psicópata.

Jay ya no podía contener sus palabras, Louis tenía ganas de llorar, era verdad y eso era lo que más le dolía, en ese momento solo abrazó a su madre con todas sus fuerzas, acariciaba su lindo cabello y limpiaba sus lágrimas. -Te amo mucho mamá, pero yo no voy a vivir con un hombre que es un idiota y maltrata a su familia, yo vine al mundo a ser feliz, eso me enseñó Harry, que debemos venir al mundo para ser felices sin dañar a los demás.

Jay calmaba sus sollozos y con sus manos temblando acarició el rostro de su hijo, estaba muy feliz y asombrada por las palabras de su hijo. -Mi amor, mi vida, te amo tanto, has cambiado tanto y para bien, eres asombroso...

Jay fue interrumpida por las risas escandalosas y crudas que bajaban las escaleras de la sala. -Con que nuestro hijo es asombroso, claro, obvio que lo es y lo a demostrado, con sus estupideces, torpezas y...- Mark bajó las escaleras completamente y con pasos cortos se acercaba. -Y con sus mariconerías.

Louis volteó lentamente y vio a Mark a los ojos, sus orbes azules se llenaban de furia, el odio en su corazón estaba a punto de reaccionar.

El ojiazul sin miedo cerró sus puños con fuerza, esperando a que su padre se acercara más a él.

-Cállate Mark, que tú aquí eres el único idiota sin valores.- Contestó Jay poniéndose de pie al lado de su hijo.

Mark soltó risas frías y poco indignado miró a su esposa. -Te daré una oportunidad más, no me vuelvas a hablar así, entendido?- Amenazó Mark con la mirada directa hacía Jay.

1864Donde viven las historias. Descúbrelo ahora