Leandro nos cuenta la Verdad

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-¿Como se llama la persona que te disparo?, preguntó Leandro , su forma de actuar tan sospechosa me tenía aún más histérica de la idea de que un psicópata estuviera buscándome.

-Martín, dije con dudas de estar diciéndoselo, dijo que su nombre era Martín.

Leandro comenzó a moverse de un lado a otro, yo y Gabriel nos miramos  sin entender que pasaba por la cabeza de Leandro.

-¡Que sabes de esto!, grite esperando una respuesta, pero Leandro solo se limito a subir las escaleras en busca de algo.

Comencé a caminar por la casa, impaciente, Gabriel me dijo reiteradas veces que me sentará, pero no le hice caso, hasta que final mente me tomo a la fuerza y el me sentó.

-¿Que crees que oculte mi hermano?, me preguntó con la voz temblorosa

-Gabriel, estoy igual de intrigada que tu, solo espero que no sea algo malo, dije suspirando.

Bajo con una gran caja verde claro y la tiro al suelo. Eran armas ¿Por que Leandro tenias armas?, nada calzaba, Gabriel me miro sorprendido y me apretó la mano, pero yo se la aparte.

-¿Que es eso?¿Por que lo tienes tú?, chilló Gabriel rompiendo el silencio.

-Cállate y escucha, lo reprendió Leandro, Hace dos años papá me explico quien era Martín, para ser Exactos Martín Rodrigues, secuestra a mujeres, de 12 a 20 años con el fin de poder experimentar con ellas, luego de que ya no les sirven las comercializa o las mata, hablamos de un hombre que se quedo en siglos pasados y que tiene un gran problema en la cabeza. Se todo esto por que nuestra madre, trabajaba para él, pero cuando intento salirse de todo esto, Martín la rapto y luego la asesino, dijo con expresión fría.

Gabriel estaba paralizado, al igual que yo, tenia ganas de salir corriendo, pero algo me decía que Leandro tal vez era bueno y podría ayudarme. Finalmente fui la que rompió el silencio.

-Conmovedora historia Leandro, dije intentando sonar indiferente, pero aquí nadie matara a nadie ¿entiendes? eso nos haría criminales, además creo que somos mejores que eso, si alguien se les acerca cuando salgan a despedirme le tiran un tranquilizador en la pierna, ahora me prestaran ropa para pasar desapercibida y no se meterán más en el asunto, no arriesgaran sus vidas y me dejaran terminar lo que inicie.
Claro, lo que había iniciado contra mi voluntad hace ya unos cuantos años.

Ambos asintieron sin ninguna objeción, tome cinco cajas de balas y dos pistolas, en caso de que se me perdiera alguna, Leandro me paso un poleron enorme y un gorro para esconder mi pelo en él y hacerme pasar por un hombre.

Salí de la casa junto con Leandro, y Gabriel quedo en ella, esperaba volverme a encontrar con ellos pronto pero sabía que no sería posible.

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