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─No me gusta este lugar.

Minho le miró con una suave sonrisa, intentando calmar sus miles de pensamientos.

─Es tu habitación, Jisung... ─susurró.

─Justamente por eso.

Ambos se observaron una vez más y volvieron sus ojos al techo blanco sobre ellos. La casa se encontraba en completo silencio y había una leve brisa helada que entraba de algún lugar. Minho tenía frío y podía asegurar que Jisung también, pues todo su cuerpo estaba bajo las sábanas. Se veía tierno, pero el claro miedo en sus ojos no le permitía concentrarse en algo más que no fuese eso.

Había sido una completa locura ir hasta allí, si era sincero, no sabía qué demonios le picó a Jisung para proponer una idea tan descabellada. Se encontraba en el límite de ser valiente y un completo demente. Porque Minho, ni aunque su impulsividad lo hizo cometer muchas estupideces anteriormente, nunca hubiese sido capaz de ir a enfrentar a su agresor, totalmente desarmado y pidiéndole a lo que sea que haya allá arriba que no lo deje morir en esta ocasión.

─Lo lamento ─Minho volvió a hacerlo, luego de unas mil veces desde que se encontraron.

Jisung sonrió y le acarició la mano por debajo de las sábanas. No lo hacía sentir mejor ni quitaba la culpa que llevaba acumulando todo ese tiempo, pero fue lindo. Una caricia antes de la tormenta.

Dio un último suspiro y se levantó de la cama de un salto. No se había cambiado la ropa del día anterior únicamente por el terror que le daba que en la noche sucediera algo y no pudiese escapar. Tenía que estar preparado para todo, además de que el rostro amenazante de su padrastro y la mirada confundida de su madre le daba muy mala espina.

─Está bien, lo voy a hacer...

─Oye ─Minho sujetó su mano─, te prometo que todo va a estar bien luego de esto.

─Eso espero ─murmuró más para sí mismo. Quitó el agarre de Minho y lo miró una última vez antes de ponerse sus zapatos y salir de la habitación con las piernas como gelatina.

Su vista se encontraba borrosa, la verdad es que fue un milagro seguir viendo los escalones para cuando llegó al suelo. Se sujetó de la baranda y con la espalda erguida, permitió que un último aliento saliera de su cuerpo asustado y cansado de todo. Temeroso de lo que sucedería a continuación.

Llegó hasta la sala de estar, allí sacó su celular y lo escondió muy bien tras un cuadro con una fotografía de los tres, de manera que lo único visible era la cámara trasera.

Aunque no importaba mucho, pues habían tres más apuntando en diferentes direcciones.

─Eres valiente, eh.

Jisung tuvo que apretar sus puños bajo la sudadera que no le permitió al hombre ver tal acción. Quiso cerrar sus ojos, pero sabía que aquello no iba a solucionar nada.

─Me gusta pensar que lo soy... ─habló con la voz temblorosa. Giró lentamente, encontrándose con la mirada oscura de su padrastro, la persona que una vez creyó que era el bueno, quién lo estaba ayudando para no dejar que la ausencia de su padre le afectase. En serio pensó que le estaba haciendo un bien, pero en realidad... Solo lo estuvo marchitando.

Todo había sido una asquerosa y vil mentira.

─Creí haber sido claro contigo ─paso a paso, se fue acercando─. ¿Hay algo que no funciona bien en tu pequeña cabecita, Han Jisung?

Jisung rió, negando con su cabeza. Le estaba costando cada vez más seguir con su actuación, lo único que quería era salir corriendo de allí. Quizás llorar en los brazos de su madre, de Minho o de Jessica, lamentablemente, comenzaba a creer que con la primera persona no sería posible y tendría que buscar el cariño y compasión en personas con las que ni siquiera compartía un poco de sangre.

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