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Eran alrededor de las seis de la mañana cuando Lee Minho despertó.

Por puro instinto, tanteo el otro lado de la cama y suspiró cuando no encontró a nadie allí. Cierto, Han Jisung se había ido con su padre. No debería sentirse decepcionado, aunque por supuesto que lo hacía. Realmente pensó que su estancia iba a durar un poquito más, quizás lo suficiente para que Minho no se sintiese alerta, pero tampoco es como si pudiese amarrarlo a su casa y permitirle que se vaya solo cuando él desee. No es así como funciona.

Además de que no tiene ningún derecho o beneficio en su relación de ex pareja como para hacer tal cosa.

Restriega sus ojos mientras bosteza y mira a su alrededor. La habitación sigue tal cual la dejó hace varios días, la única diferencia es la ropa acumulada en el escritorio que nunca ocupa y dos tazas vacías al lado de su cama. Está un poco oscuro, pero logra acostumbrar su vista.

No le sorprende en lo absoluto que su madre ya esté en pie, la escucha caminar por la cocina, probablemente haciéndose el desayuno y desde ya haciéndose la costumbre para volver al trabajo.

Minho siempre ha pensado que Jessica analiza demasiado las cosas. Absolutamente todo lo tiene planeado y nunca nada se sale de sus manos, de hecho, no recuerda ni un solo momento de su vida en que ella no supiera qué hacer, independientemente de la situación que se le presente. Le asusta más que nada, porque siente que es muy cercana a la perfección y a la vez le hace darse cuenta que no descansa nada planeando su vida y la de su familia. No hay paz para ella y su cabeza perfeccionista.

Puede tomar de ejemplo levantarse en la madrugada para acostumbrar su cuerpo dos semanas antes de que vuelva a su trabajo. Es en serio muy innecesario, pero ya lo hizo y como hijo lo único que puede hacer es acompañarla y recordarle que no va a suceder nada malo porque deje de pensar en el futuro por un pequeño momento.

El ruido de la puerta siendo abierta lo puso en alerta.

─¡Volvieron!

Minho abrió sus ojos tan grandes que por un momento temió que estos salieran disparados de sus cuencas. Rápidamente buscó unas zapatillas para combinar con su pijama y salió disparado de la habitación como alma que lleva el diablo. Hizo todo un alboroto bajando las escaleras, pero valió completamente la pena.

Su madre estaba abrazando a su padre con lo que imaginó que era muchísima fuerza, a pesar de que el hombre no se estuviera quejando en lo absoluto, se imaginó estar en esos brazos y fue abrumador. Le devolvía el abrazo por la cintura, mientras le besaba la mejilla y le dijo algo que Minho no alcanzó a escuchar, pero cambió el semblante de Jessica por completo. Podía suponer de qué trataba, pero prefería ignorar la situación.

Se sintió como un niño pequeño buscando por la casa a su hermano mayor, y en cuanto lo vio entrar con el resto de maletas, cabello tan bien peinado que era imposible pensar que estuvo viajando por horas, ropa abrigada y su mirada cansada, fue demasiado reconfortante. Inevitablemente sonrió tan grande que se parecía al gato de Cheshire, seguro iba a asustar a alguien porque su pijama era un desastre en ese momento y ni hablar de su cabello que parecía un nido de pájaros.

Tomó una profunda respiración y se acercó a Mark.

─Hey... ─no alcanzó a decir algo más, porque Mark lo acercó para observar la herida en su rostro con más detenimiento.

─Te dije que tuvieras cuidado.

Minho se quejó y quitó el agarre de Mark en su mejilla.

─Y lo tuve ─murmuró, tocándose el lugar y trayendo los horribles recuerdos de aquel día. Esperaba que nunca más se volviese a repetir porque comenzaba a tener pesadillas─. Jisung se encuentra sano y salvo, mientras que ese idiota... Bueno, le queda mucho tiempo en la cárcel. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo estuvo el viaje?

Stray BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora