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El gran problema de perderse es que debe volver a encontrarse, no importa si es una vez o un millón. Siempre hay que hacerlo.

Y Seo Changbin, quién se ha vuelto experto en este tipo de cosas, no está muy seguro de querer que suceda así, porque se siente abrumado intentando recuperar la parte de sí mismo que perdió. Siente que no la necesita tanto como lo hubiese hecho en otra ocasión. Tal vez porque antes sabía que podía aferrarse a lo que sea que estuviese a su alcance, pero en la actualidad, en un hospital solitario y luchando por su vida... No encuentra nada.

Son las nueve de la mañana cuando comienza a recibir visitas y cree que el mundo se le va a seguir cayendo encima. Hubiese amado decir que no quería ver a nadie, pero tiene un serio problema con el egoísmo y es inevitable no sentirse muy mal por ello.

Sus padres son los primeros.

La mujer que le enseñó todo lo que sabía, llorón desconsoladamente a su lado, le acarició el cabello y le prometió que no volvería a dejarlo solo nunca más. Changbin le veía potencial a su promesa, sin embargo, ya era momento de creer en acciones y no en palabras. Su padre también le abrazó y se disculpó por todos los errores acumulados durante esos años.

La culpa mueve montañas, eso es lo que cree. Aunque, por supuesto, no es padre y no puede entender su posición, así que tampoco va a criticarlos como se le plazca.

Na Jaemin fue el siguiente.

Hace un año atrás, todo era al revés. Jaemin estaba en la camilla, luchando contra sus demonios y dando suspiros que podrían ser los últimos de su vida. Hace un año atrás, Changbin había sentido por primera vez lo que era el dolor en su pecho de perder a alguien para siempre. Hace un año atrás, no hubiese imaginado que las cosas cambiarían de manera tan drástica, que Jaemin cumpliera su promesa de comportarse como el mejor amigo que siempre debió ser y que fuese Changbin quién ocupara su lugar en el hospital.

Tantas cosas habían cambiado y Jaemin seguía a su lado muy a pesar de todo. Y suena extraño, incluso si lo ha tenido presente desde los trece años, porque Changbin es frío, a veces un poco cruel y odia el contacto físico con su cuerpo y alma. Si es sincero, él también se hubiese abandonado en el camino.

Pero él no lo hizo.

Su cabello castaño se encontraba más que desordenado, prueba de que algo pasaba por su mente. Traía puesto el mismo abrigo café de siempre, sudadera negra y pantalón del mismo color oscuro. Todo en su rostro delataba su claro cansancio, sin embargo, lo que le llamó más la atención fueron sus brazos ocupados.

─La verdad es que tenía un poco de miedo de entrar solo ─confesó y esas fueron sus primeras palabras, luego de haber visto a Changbin derrumbado en el suelo, luego de casi perder a su otra mitad─. Así que bueno... Le dije que me acompañara.

Jaemin solo necesitó quitar la manta blanca para ver un pequeño rostro entre sus manos.

─El día de la sobredosis, Soojin cayó al hospital ─y aquéllas palabras fueron suficientes para tener toda su atención y para comenzar a comprender por dónde iba todo─. Dios mío, ni siquiera te cuento lo mucho que nos costó hacer esto, pero lo logramos, y aunque tuve que entrar a ver un parto, porque era eso o que ella estuviese completamente sola, no me arrepiento. Sabes lo que ustedes dos significan para mí y creo que tenías que conocerle.

─¿S-Soojin...?

─Ella está bien, no te preocupes por eso.

Y lo estaba, aunque tuvo que pasar más días de los estimados en el hospital, porque había sido tan agotador y perdió tanta sangre en ello que no podían dejarla irse a su suerte. Aunque, por supuesto, Jaemin no le diría esto. Al menos, no en ese momento, quizás después habría una oportunidad para hablar mejor.

Stray BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora