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─¡Las palmas arriba y...!

Y entonces, Hwang Hyunjin fue empujado al suelo.

No es que Lee Minho estuviese harto de su actuar y de que no le pasara el micrófono a nadie más, por supuesto que no, simplemente, quiso hacerlo. Porque Hyunjin es ruidoso, hace media hora que anda como si hubiese bebido gasolina, y además, las personas ajenas a su grupo de amigos los estaban mirando.

─¡¿Te crees que soy de gelatina?! ─exclamó con indignación. Se puso de pie poco a poco, primero las rodillas y finalmente los pies, se limpió la ropa y señaló a Minho.

─Las gelatinas no lloran por todo, así que realmente lo dudo.

El chico abrió su boca, era una mezcla entre diversión e irritación que sobrepasaba las escenas de películas que hacían a diario para divertir al resto y a ellos mismos.

Estaban todos igual o un poco más borrachos que el resto de personas en el bar. No era nada demasiado alocado como las primeras fiestas a las que frecuentaban cuando recién se unieron ambos grupos, pero tampoco tan tranquilo como para quedarse sentados, bebiendo y conversando de la vida. En definitiva, esto último no es lo que entendían por "diversión". Preferían gritar un poco, cantar, discutir para causar risas y bailar. De hecho, ni siquiera necesitaban el alcohol para hacer todo esto, pero se habían acostumbrado a invitar una botella de licor en las salidas nocturnas y ya estaba allí, no pensaban rechazarlo.

Na Jaemin se encontraba sudado, su ropa se había vuelto una segunda piel y su cabello era un desastre, pero la estaba pasando tan bien que no le dio mayor importancia a estos pequeños detalles. Ya no necesita aparentar cosas que no son, ni mucho menos necesita impresionar al resto.

Con impresionarse a sí mismo es más que suficiente.

Dejó la pista de baile ya bastante cansado, comenzaba a sentir el cambio de horario y solo podía pensar en que, si tuviese clases al día siguiente, ya estaría en su quinto sueño. Pasó al baño a lavarse la cara y beber un poco de agua, y al salir, se encontró con el rostro pálido de su mejor amigo.

─¿Bin?

Changbin le dedicó una corta mirada.

─¿Te encuentras bien? ─hizo el intento de acercarse, pero con cada paso que daba, Changbin retrocedía dos.

─Sí, umh. Estoy bien.

Jaemin no le creía en lo absoluto, pero tampoco quería hacer muchas preguntas, pues había sido un milagro sacar a su mejor amigo del encierro, todavía le sorprendía verlo allí y lo último que quería era arruinar lo poco que había logrado.

─¿Vamos donde los chicos?

─Vamos...

Lo tomó del brazo y lo llevó entremedio de la gente como a un niño pequeño.

No hizo comentario alguno, pero Changbin caminaba lento y sus pasos eran algo torpes, lo escuchó balbucear palabras que no comprendía y fue inevitable no asustarse por ello. Pero entonces, lo miró fijamente y allí no había nada fuera de lo normal, solo un poco de palidez y ya.

Y Jaemin sabía que estaba siendo paranoico. Bastante, la verdad. Porque desde que Changbin "volvió" a hacer su vida como antes, lo observaba en silencio y analizaba cada y una de sus acciones. Estaba esperando a que algo malo sucediera, un pequeño error o lo más mínimo que le confirmara que él lo necesita. Sin embargo, siendo un poco más racional y dejando de lado lo emocional por unos segundos, se daba cuenta de que su preocupación es por cosas que jamás pasarían y no eran más que inventos de su cabeza.

Changbin está bien.

¿Verdad?

Al regresar de su paseo al baño y media hora en la pista de baile, se encontró con la misma escena que había cuando se fue. Hyunjin ya ni siquiera cantaba por el micrófono, él había comenzado a gritar como si su corazón estuviese roto... Otra vez. A su lado, Chenle lo grababa con una gigante sonrisa en el rostro, mientras Han Jisung le daba ánimos y Mark se quejaba en voz baja.

Stray BabiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora