Capítulo 34.

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Me acomodo en la cama, por fin sabiendo que no dormiré sola, para ser testigo de cómo Daniel aparece en la habitación con una pequeña bolsa negra en la mano derecha.

-Hola, rusita...

Me muerdo el labio inferior intentando reprimir mis ganas de levantarme y tirarme encima de él para llenarlo de besos.

-¿Qué tienes ahí?

Mi novio simplemente sonríe para adentrarse y cerrar la puerta. Aún con una sonrisa intachable en sus labios se acerca a mi, para arrodillarse en el suelo al lado de la cama, a tan solo unos centímetros de dónde me encuentro.

-¿Qué haces ahí?-Murmuro.

De la bolsa saca una pequeña cajita púrpura de terciopelo, al abrirla muestra un anillo con una pequeña piedra del mismo color de dicho terciopelo, sonrío al ver lo delicado y sutil que es, al notar que es algo que claramente utilizaría todos los días sin protestar... Este hombre me conoce de verdad.

-Vengo a poner este jodido anillo en tu dedo.

Mi mano se dirige a mi cuello, donde toma con mucha fuerza aquel tres que cuelga en la misma cadena que él me regaló cuando hicimos nuestros "votos" aquella madrugada en San Petersburgo. Podré amar mucho el anillo y lo que significa, pero nada reemplaza este collar, la simpleza y el simple hecho de que fue algo que selló ese pacto que hicimos aquel día.

-A mí me gusta...

-Ese collar es tuyo, rusa-Me interrumpe sabiendo lo que voy a decir-, solo quiero que también tengas un anillo... Ya te digo, quiero que todo el mundo vea la increíble mujer que tengo a mi lado y...

No lo dejo terminar, me lanzo encima de él haciendo que ambos caigamos al suelo, las risas rápidamente se hacen presentes y finalmente nuestros labios se encuentran.

Sus labios se sienten suaves, pero ese toque de su barba es lo que termina por cambiar todo. Mordisquea mi labio inferior haciéndome jadear, su lengua delinea la carne que aún tiene entre sus dientes y finalmente se une a la mía. A medida que el aire nos va abandonando es cuando nos vamos separando mientras los pequeños besos castos dicen presente.

-Hola, mi amor-Murmuro.

Él acaricia mi cintura y luego acomoda mi cabello.

-Hola, rusita.

Nos quedamos observándonos, atentos, unos segundos hasta que se me forma un nudo en el estómago. Le estoy mintiendo, él aún no sabe nada de lo del ginecólogo, ni mis dudas y... Yo jamás le oculto nada, y eso mismo me hace sentir una mentirosa.

-Ey...

-Lo siento-Susurro apoyando mi frente en la suya.

El nudo sube a mi garganta, el dolor se hace horrible. Creí que iba a poder sola con mi ilusión y posterior decepción, pero resulta que no, que en mi cabeza aún no proceso el hecho de que me había esperanzado de estar embarazada.

-Nik...-Me toma de las mejillas para que lo mire-. ¿Qué ocurre, mi amor?

La nariz me pica, mi labio inferior amenaza con hacer un puchero y mi vista de a poco se va nublando. Cierro mis ojos dejando que las lágrimas caigan.

-Tuve un retraso-Hablo sin mirarlo-. Creí que... Solo se que quería que pasa. Me había hecho mucha ilusión y de golpe...

El silencio se hace presente, Daniel suspira pero no me contesta, aunque siendo totalmente honesta no lo necesito, ya con el simple hecho de sentir como su toque es firme entiendo que está buscando las palabras.

-¿Tú quieres un bebé ahora, amor?-Levanto mi mirada para ver sus ojos brillantes, mientras que sigue hablando-. Porque, mierda, si tú me dices ahora mismo que quieres que tengamos un bebé te lo juro que lo haremos...

Última vuelta [Daniel Ricciardo] ✓Where stories live. Discover now