El nuevo vecino

2 5 0
                                    

¿Por qué siempre tienen que pasarme todas éstas cosas a mí? ¿qué mal he hecho al universo para que el karma me castigue así de horrible? Es sumamente asqueroso lo que acabo de ver. Ian masturbándose en pleno baño hasta que abro la puerta y ví eso. De nada sirve que cierre los ojos. Mi mente reproduce la imagen de él de espaldas y en cuanto abro se voltea. Santa Madre Teresa de las pecadoras, limpia mi alma y mente sucias por su culpa.

¿Merezco que me salven por lo que acaba de pasarme y que deje de rondarme ésa imagen? No. Tal vez no lo merezco pero en serio, mis pensamientos ya no son para nada claros ni sanos. Maldito Ian Winbrook por traumarme y torturarme con ésa asquerosa imagen que jamás olvidaré. Muchísimas gracias idiota supremo.

—¿Podrías dejar de mirarme como si fueras a matarme? —Pregunta tapándome la boca. Yo le muerdo la mano y él gruñe de dolor.

—Guardáte eso. —Digo desviando la mirada de sus pantalones al suelo, completamente colorada.

—Ya puedes mirar. —Dice y cometo el error de hacerle caso. Tonta, Astrid, nunca le hagas caso a un idiota como él.

—Mentiroso. —Digo volviéndome hacia la pared. El ríe divertido.

—Ya, estoy diciéndolo en serio.

—Me iré y no ví nunca nada. No entré nunca aquí y no tendrás que hacer el esfuerzo de chantajearme para que no diga nada.

—¿Y si yo no quiero que lo olvides? Sería bueno tener algo fuerte con lo que chantajearte.

—Ya quisieras.

—¿Y no te emociona que fije mi atención en tí?

—Para nada. —Digo temerosa. Él me arrincona a la pared.

—Eso no es lo que dicen tus ojos. —Aclara rozando su dedo índice peligrosamente mi cuello. Mi cuerpo, traicionero al fin, se entrega a la caricia por mas que lucho.

—¿Y qué dicen? —Le desafío.

—Que te gustó lo que viste. —Dijo y tocó mis bragas. Suspiro y lo empujo, sin éxito.

—Pervertido.

—Yo que tú no lo diría. Es más al revés, ¿no crees? —Susurra oliendo mi pelo y lamiendo mi oreja. Es una lástima que soy inexperta en la tortura y estoy cayendo como una completa tonta.

—Idiota. —Digo en un intento de mantener el control de mi cuerpo.

—Siempre me lo dicen. —Bromea.

Avanzo hasta la salida cuando logro zafarme de él, pero lastimosamente para mi suerte estaba cerrada la puerta. Ahora sí que mataría a la Sra. de la limpieza. Ian se sienta en el suelo y me mira muerto de la risa mientras que yo forcejeo con la puerta.

—¿Te quedaste atrapada, ratoncito? —Bromea sin parar de reír. Yo le lanzo una mirada asesina pero no para de reír, el muy capullo.

—No te rías. —Mascullo.

—Perdone, Su alteza, ¿se le rompió el vestido?

—Ya no te rías. Estamos atrapados aquí por tu culpa.

—En primer lugar, no es mi culpa, en segunda, tú fuiste la que vino al baño equivocado y en tercera, yo estaba disfrutando de un buen masaje en mi entrepierna pero tú me interrumpiste.

—Asqueroso.

Pero te gustó lo que viste. No niegues que ahora si quieres ser la próxima a la que me tire.

—¡Eso jamás!

—Entonces o te desnudas y te lo hago aquí mismo, contra el váter de una de las puertas del baño o te callas tu bonita boca.

Lovesick GirlWhere stories live. Discover now