Celos y otros demonios

2 3 0
                                    

Otra mañana despertando por culpa de ése maldito despertador. Si pudiera le pego con un martillo pero gracias a que mamá siempre lo revisa para ver si no lo destruí, sólo por ésa razón no lo he destruido. Juro que le pegaría tan fuerte que me desquitaría por todas las mañanas que suena y me ha levantado de muy mal humor, exactamente a cómo me siento ahora.

Voy al reproductor y me decido por poner Babylon de 5 Seconds Of Summer mientras me preparo para mi nuevo día de instituto. Me decido por una sudadera negra que me queda enorme con el logo Looser Empaty, un short de mezclilla y mis zapatillas Converse verdes. Siempre que estoy de mal humor me pongo ésta sudadera que me regaló Bon en un concurso de 5 Seconds Of Summer en internet.

Incluso en la espalda llevaba la firma de los integrantes con mi nombre. Es lo más cercano que tengo a mis mejores amigas de Seattle. Pensar en ellas me hace echarlas muchísimo de menos. ¡Casi olvido que hoy tengo que hacerles una videollamada en Skype! Beck y Bon me matarían si se enteraran que casi lo olvido.

Me cepillo mi pelo y me hago dos trenzas. Bajo las escaleras y voy a la cocina en busca de agua. Ni rastro de Verónica. Seguro y ya se fue o aún ni ha bajado. Me sirvo un cuenco de cereales y leche y me siento en la mesa mirando el buen clima de hoy. Lunes y con un asqueroso dolor de cabeza. Odio los lunes, son muy soleados y representan el inicio de una semana espantosa, lo que creo que es lo que será ésta semana para mí.

Resoplo y limpio mi pequeño desastre. Al salir tomo una manzana verde y la muerdo distraídamente. Hoy evitaré a Ian, cueste lo que cueste. Le telefoneo a Jess y no lo coge. Verónica tampoco. ¿Me plantaron? Suspiro y no veo que no tengo más opción que irme caminando hasta tomar un autobús o simplemente limitarme a caminar las buenas cuatro cuadras para llegar al instituto.

Suspiro y conecté mis auriculares al teléfono y sintonizo Scrawny de Wallows y camino por todo el corto trayecto de mi casa a la esquina muy bien hasta que el ojiazul de mi insoportable vecino me intercepta. Aunque no lo crean, mi mal humor de hoy es tan insoportable que soy capaz de empujarlo a la carretera para que cualquier cosa lo atropelle. Sigo caminando como si nunca lo hubiese visto pero él continúa interceptándome hasta que me enojo y me quedo mirándolo con deseos de empujarlo a la carretera.

—¿Ya no vas a evitarme más? —Entiendo lo que dice por el movimiento de sus labios. Aún sigo con los auriculares puestos y mirando lo que de seguro sería lo próxima tontería que iba a decirme.

—No es que tampoco quiera hablarte. —Me quito los auriculares y le sonrío forzadamente. No tengo el día para sus idioteces de niñito engreído que llora por un juguete.

—Sube. No te haré nada. —Dice riendo. No voy a caer ésta vez. No cuando aún puedo huir.

—Te dije que no. —Digo cruzándome de brazos de manera incómoda.

—¿Es que no sabes hacer otra cosa que no sea negarte? —Pregunta con su clásica sonrisa ladeada. Yo ruedo los ojos y suspiro con indiferencia.

—Lo que sea. Adiós, vecino. —Digo y me pongo los auriculares de nuevo. La canción Checkmate de Conan Gray colma mis oídos y continúo caminando sin prestarle atención a Ian. Lastimosamente él no lo deja estar y me toma el brazo sin importarle mi mirada asesina.

—No soy paciente y ni siquiera conozco ésa palabra, así que deja de resistirte y sube. —Dice y yo lo desafío mirándolo a sus azules ojos, que hoy estaban más claros que de costumbre. El sólo mueve nerviosamente sus labios y me mira.

—¿Y que te parece que haga esto? Sra éste joven está acosándome y no me deja en paz. Por favor, llame a la policía.

—Tramposa. Voy a vengarme de tí. Ya verás, te arrepentirás de haberte burlado de mí.

Lovesick GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora