¿Debería odiarte?

12 4 1
                                    

Hola gente! ¿Qué cuentan? Bueno, ¿les gustó el capítulo anterior? Como ya dije, ahora le toca a Ian relatarnos su primera cita con Astrid. Bien, sin más interrupciones, empecemos.

Ian Winbrook

Astrid estuvo hermosa en todo momento. Si es que pasa por vuestra sucia mente, no, no pasamos de besarnos y yo de admirarla semidesnuda sobre mí en el sofá de la sala de estar. Sí, tengo que aclarar antes de que vayáis pensando cualquier teoría retorcida.

Aunque tengo el impulso y las ganas de sobra para llevármela a la cama y hacerle hasta lo inimaginable y tener sexo como si nunca hubiese un mañana, me controlo perfectamente y respeto su decisión. No me sobrepasaría jamás con ella. No lo sé, he llevado meses soñando con ella, con el momento en que la hiciese mía y la volviese mi esclava sexual pero extrañamente no sé con exactitud qué es lo qué realmente quiero de Astrid. Odio estar confuso y no saber lo que quiero.

Soy un perfecto idiota pero al menos intento respetar a las chicas que se lo merecen, y ella se lo merece. Y allí estábamos, dormidos en el sofá de mi habitación y abrazados. Parece un sueño tenerla así de cerca, abrazada a mí con su piel bronceada enredados bajo las sábanas de mi cama y pegados como si fuésemos un solo cuerpo. Su piel tan sedosa y ardiente, sus ojos cerrados, sus labios color rosa canela entreabiertos en una sonrisa... Es más hermosa de lo que jamás hubiese admitido y más de lo que me gustaría decir.

Una llamada de Victoria me devuelve a la realidad. Hoy habíamos quedado para hablar. Realmente era para tener sexo pero ahora que estaba con Astrid ni siquiera lo había recordado. Me levanto de la cama y ella ni se despierta. Me pongo los jeans y la camiseta y la chamarra negra de cuero y salgo con el teléfono en mano mientras le telefoneo a Victoria donde nos veríamos. Una punzada de extraña incomodidad me atraviesa, no debo lastimarla pero es lo que hay. De todas maneras no estamos en ningún estatus de relación, entre nosotros sólo hay deseo y atracción.

Abro la puerta y la veo. Victoria vino hasta mi casa. Suspiro y me paso la mano por el pelo mientras pienso en una mil maneras de salir del aprieto en el que yo mismo me meto. A la mierda no herir a Astrid. El plan fracasó y la bomba está a punto de estallar.

-¿Pensabas no verme hoy? -Dice con tono mordaz.

-Pasa dentro, Victoria. -Digo con claro tono enojado. Ella sonríe y pasa dentro haciendo resonar sus tacones de aguja negros.

Victoria se sienta en el sofá y me mira provocativa. Yo sólo la miro y realmente no puedo evitar recorrerla con la mirada. Ella viste un vestido formal negro y algo me hace divagar con el conjunto de lencería que tendría puesto. Apuesto a que es negro, justo como me gusta. Ella ríe por lo bajo y muerdo mi labio con tal de planear algo urgente para que Astrid no tuviese que oír nada de esto.

-Me gustaría continuar con nuestro juego de provocación pero creo que deberíamos dejarlo para luego. -Digo tajante.

-Creo que cambiarás de idea cuando te muestre lo que quieres ver. -Dice provocativa mientras se pone de pie y baja el agarre del vestido, revelando así el conjunto de lencería de encaje negro que oculta su vestido.

Su cuerpo de modelo de infarto está al descubierto para mí. Su pelo rojizo rizo cae sobre sus hombros y le dan un aire de perversión total. Voy hasta ella y la beso. Sus labios saben a miel. Me deshago del sujetador y la cargo a horcajadas sobre mi cintura hasta la encimera de la cocina, en donde continuamos besándonos hasta que un estruendo desde la puerta y veo a Astrid y una botella de whisky hecha añicos en el suelo. Está llorando. Victoria ríe y yo claramente estoy confundido. No sé si llorar o reírme. La confusión aturde mi cerebro. Victoria se baja y ríe mientras recoge sus cosas. Drama, eso vino a hacer Victoria, drama. Ahora sí que la cagaste bien, Ian, bien hecho.

-Veo que te estabas divirtiendo bien. -Dice con tono mordaz y mirada de odio.

-Yo... -Digo y de repente me siento cortado.

-¿Vas a explicarte? -Pregunto y ella cruza los brazos. Sus ojos están rojos por las lágrimas y sus labios están apretados por la ira.

-¿Por qué deberías hacerlo, Ian? Tú y yo no somos nada, ni te molestes, no quiero a partir de ahora que me toques o te me acerques. -Dice y cruza el puerta sin mirar atrás. No puedo creerlo. Lo jodí todo por idiota que soy. A la mierda, Astrid no quiere verme nunca más.

No podía dormir. Desde hace una semana que no puedo hacerlo bien. Me odio a mí mismo por haber sido tan idiota y caer en el juego de Victoria. Nunca creí que la extrañaría tanto como lo estoy haciendo en éstos momentos. Mi vida no es divertida si no la molesto. Lamento todo el daño que le he hecho y lo mal que es sentirse así de asqueroso por hacerla llorar. Es mi culpa y lo admito, fuí idiota y lamentarme jamás me devolverá a Astrid.

No sé con exactitud lo que siento por ella pero me estoy volviendo loco si no la veo. Camino por el campo de fútbol hasta que la veo sentada en las gradas con una sonrisa. Se ve hermosa sonriendo. Me quedo mirándola unos segundos hasta que veo a Oliver salir de las gradas y taparle los ojos con sus manos con una sonrisa, como si fuesen una pareja. Un sentimiento de ira me carcome. Estoy... ¿celoso? Sonrío amargamente y finjo mirar mi teléfono mientras le hago una foto a Astrid. Un recuerdo de su sonrisa. La lluvia se hace presente y resoplo. Otro día sin terminar el entrenamiento. Genial.

Me adentro en la oscura entrada del edificio y camino hasta ver que la luz de la calle y la del edificio se apagan rápidamente. Genial, un apagón. Sin pensarlo siento unos pasos detrás de mí y siento unos brazos menudos y sí, claramente también los pechos de una chica. Sentir su corazón latir desbocado en mi espalda me hace cerrar los ojos y sonreír pero esta se ensancha más al escuchar la voz de Astrid.

—¿Ibas a irte sin mí? Qué malo. —Susurra. Astrid Evans, mi molesta vecina y mi mayor obsesión estaba abrazándome, en plena oscuridad de nuestro edificio.

—Hola ratoncito. —Contesto sarcástico. Ella bufa y me suelta rápidamente. Yo sonrío divertido.

En eso, la Sra. Dunbar abre su ventana y yo decido montarme una escena. Estaba claro que Astrid se había quedado fuera de su casa y río aún más.

—¿Tan rápido me extrañas? Se ve que no se te da bien hacerte la dura. —Bromeo.

—La Sra. Dunbar nos mira. —Masculla entre dientes. Capto lo que dice y río con sorna.

—Calláte, pensé que eras papá. Me quedé fuera de casa. —Dice defendiéndose. Alzo las manos en son de paz.

—¿Acaso estás pidiendo mi ayuda? Oh, no es por sonar ingreído pero, ¿yo de todas las personas que conoces? No puedo creer que ya caíste. —Digo con una nueva sonrisa.

—No te confundas, nadie contestó y te esperé. Sólo fuiste mi única opción.

—¿Segura? Porque juraría que caíste a mis encantos.

—¡Que no!

—Mentirosa.

—¿Vas a entrar o no? —Pregunta. Su silueta es hermosa y quisiera tocarla pero algo me lo impide.

—Si me dejases pasar, tal vez.

Entramos a mi departamento y enciendo la iluminación de emergencia. Eso es lo bueno de ser rico. Astrid esta empapada y no me he percatado de que tiembla hasta que la arrincono contra la puerta y la rozo y la miro escaneando cada centrómero de su piel y más exactamente en su camiseta, que marca su sujetador. Hoy será una noche divertida. Puedo apostarlo.

Bạn đã đọc hết các phần đã được đăng tải.

⏰ Cập nhật Lần cuối: Jun 18, 2022 ⏰

Thêm truyện này vào Thư viện của bạn để nhận thông báo chương mới!

Lovesick GirlNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ