Capitulo 8: Estoy dispuesta a ayudarte

1.1K 100 1
                                    

-Jacob Pov-

Estoy solo en el mundo, apenas tengo un papel con algunas recomendaciones del médico de lo que debo tomar los primeros días o no. Recuerdo todo, menos los últimos dias y un dolor agonizante me está matando el cerébro, literalmente. Intento recordar a la chica rubia, pero ninguna imagen me viene a la mente. A primera vista parece aquel tipo de chica que yo odio, una chica arrogante, superficial y muy mimada pero no lo sé porque simplemente mi cabeza no sirve para nada en este preciso instante. Me siento realmente culpable por no recordar nada.

Obligo mis pies a moverse hacia delante. Sé que estoy becado en la universidad de Harvard porque me dieron esa noticia hace un año, pero no se si ya he ido alguna vez o si he faltado los dos dias, porque antes de ayer empezó la universidad. Y es justo desde hace dos días que no recuerdo exactamente nada.

***

Ya estoy en la universidad, la gente me mira con lástima, supongo que ya saben lo que me ha pasado.

-¡Idiota!- Alguien me da la vuelta por el hombro, lo miro extrañado y me rasco la parte trasera del cuello.- No tienes derecho a llevarte a mi novia, ni derecho a pegarme. ¿En qué estabas pensando? - Me pega un puñetazo.

Me toco la mejilla, y una imagen me viene a la cabeza: " Yo mientras le pegaba un puñetazo a este tipo, para después llevarme a la rubia de ayer". Me duele la cabeza, me siento frustrado, pero después escucho una risa y algo me baja de nuevo a la tierra justo en el momento en que el chico delante de mi me iba a pegar otro puñetazo en el estómago. Lo freno y le devuelvo el golpe. Lo tiro al suelo y empiezo a pegarle, no tiene derecho a pegarme. Sé que si sigo pegándolo, lo voy a matar, pero no freno, no hasta que una mano toca mi hombro y me lo apierta levemente, su toque me hace recordar algunas cosas más, me hace recordar momentos riéndonos en una habitación que no reconozco, me hace sentir tranquilo. Entonces me doy cuenta de que ella ejerce algún poder extraño sobre mi cuerpo, que me calma al instante.

Me levanto y me doy la vuelta para mirarla. La miro a los ojos y mis manos responden por mi, abrazándola fuertemente. Ella me devuelve el abrazo y no puedo evitar inspirar su aroma a rosas.

-Madison Pov-

Me estaba abrazando y sigue abrazándome, y yo lo estoy dejando. Eso es realmente raro en alguien como yo, normalmente lo hubiera apartado de mi y le hubiera pegado por las muestras de cariño en público pero con él, todo se vuelve diferente, como si él fuera algo más que una simple persona inferior a mi. Nos separamos poco a poco y le sonrío, él me devuelve el gesto y le agarro de la mano para marcharnos de ahí.

****

Nos encontrábamos en el parque trasero de mi casa, mientras yo hablaba con él para hacerle aclarar lo que éramos.

- Nosotros nos odiamos. - Le digo.

-Wow.- Dice sorprendido.- Nos odiamos . ¿Si me odias porque intentas ayudarme? Ya sabía yo que entre nosotros algo no cuadraba, tu demasiado pija y yo... pues demasiado yo supongo.- me dice confundido.

-Porque te odio. Y lo último voy a fingir como que no lo he escuchado.- le sonrío.

-He vuelto a perderme en lo de que me odies y por eso estás tratando de ayudarme, se supone que deberías hacer todo lo contrario, como hacen todos los enemigos normales. -se ríe.

Nos encontramos sentados en la hierba, uno delante de otro. Le sonrio y agarro su mano. WTF. ¡Le he agarrado su mano y no se por qué! Esto de está volviendo muy, muy raro.

Sus ojos bajan hasta nuestras manos unidas, entonces intento alejarlas, pero él no me deja. Aprieta un poco más su agarre y yo me pongo nerviosa.

-Eres preciosa. - me dice.

Y ahí es cuando siento que mi vida da un giro de 180° grados.

Le sonrío en forma de agradecimiento y entrelazo nuestros dedos.

- Hiciste mi vida más divertida.- le admito.

Veo como aparta su mano de la mía y la posa en su cabeza, me pongo de rodillas y le sujeto de los hombros. Él cierra los ojos fuertemente y veo que la cabeza le está doliendo como los mil demonios. Me dirijo hacía la cocina y cojo un vaso de agua para dárselo.

Cuando llego de nuevo al parque trasero él ya se encuentra mirando a la nada. Me paro detrás suyo y le observo. Es tan increíblemente guapo que ni los espejos lo quieren, por envidia. Me siento a su lado y apoyo mi cabeza en su hombro mientras le doy el vaso de agua con azúcar. Su mano viaja desde su regazo a mi pierna y juntos veemos el bonito atardecer.

-Jacob. Gracias.

Me mira confundido.

-¿Gracias por qué? - me pregunta.

-Por cambiarme. - le regalo una sonrisa dulce.

Pone su brazo sobre mis hombros y me abraza.

-¿Sabes? Me siento fatal. Es frustrante que la gente sepa quién eres pero que tú no sepas quienes son ellos.

Asiento apenada.

-Lo siento tanto. - me mira extrañado. - Si no hubiéramos discutido ese mismo día, nada de esto hubiera pasado, todo es mi culpa y por eso ni siquiera eres capaz de recordarme a mí.

Niega con la cabeza.

-No es tu culpa que yo sea un idiota que no aguanta sus impulsos.

-No eres un idiota. - le digo. - Quizás lo seas un poco, pero no en un sentido literal.

-Si que lo soy, soy un idiota que se va por la vida pensando en que todo le saldrá bien y a raíz de eso ahora me encuentro así, soy una persona que no se acuerda absolutamente de nada. Y sinceramente creo que nunca lo haré.

-Si lo harás. - le digo segura.

-¿ Cómo puedes estar tan segura?

- Porque estoy dispuesta a ayudarte.

Le agarro de la mano.

Perdición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora