6. ¿Desgracias? Más bien deseos

31 3 0
                                    

Jade

Me despierto con un dolor de cabeza brutal, siento que me va a estallar, literalmente. Por no hablar de las agujetas que tengo en todo el cuerpo. 

Tengo muchos escalofríos y estoy congelada a pesar de estar tapada con cinco mantas y llevar una sudadera y dos pares de calcetines gorditos. 

Cojo el móvil para decirle a Isaac o a Nic que me encuentro mal, pero son las diez, están en clase y no quiero molestarles. -Sylver? -murmuro esperando un maullido como respuesta, cosa que no recibo. 

A lo mejor Stormy lo dejó salir sin darse cuenta. 

Me encojo en la cama para hundirme en mi miseria cuando alguien abre la puerta de sopetón. -Jade? -es Isaac. -Qué te pasa? -se acerca a mí enseguida, pero tan siquiera puedo hablar, simplemente no tengo fuerzas. -Dios, estás ardiendo. -quita la mano de mi frente y empieza a moverse por todo el cuarto hasta entrar en el baño con una toalla pequeña mojada. 

Me la pone en la frente y se sienta a mi lado. -Has comido algo? -niego lentamente sintiendo como una gota de agua cae por el lateral de mi cabeza. -Ta traeré algo ahora... -se queda mirando un punto fijo de mi cuello intentando mantener la calma. -Te ha picado un mosquito muy grande. -bromea intent

ando aparentar una falsa tranquilidad.

A lo largo de la mañana vinieron Isaac y Nic acompañados de la misma enfermera, según ella estaba mejorando, pero con el pasar de las horas sentía que me moría, literalmente. No comí nada en todo el día, ni me levanté de la cama! 

Tan solo con oír hablar de comida me entraban arcadas. 

Para cuando llegó Stormy yo ya estaba dormida y encogida en una bolita. A eso de las cuatro de la mañana, escucho un ruido muy leve pero que consigo despertarme. Alguien está caminando por la habitación y moviendo las sábanas de Stormy. 

Me quedo congelada en mi sitio, sin moverme y fingiendo seguir dormida, pero mi corazón empieza a latir a toda prisa al notar su respiración en mi mejilla. Mantengo los ojos cerrados, pero por dentro estoy cagada de miedo, y no sé porqué. 

Termina alejándose en silencio y saliendo por la puerta cerrándola sin hacer mucho ruido. 

En poco tiempo vuelvo a sentirme fatal, mi mente está difusa y mis ojos borrosos. Ruedo por el colchón delirando, siento como si mi alma se estuviese saliendo de mi cuerpo. 

La puerta se vuelve a abrir, no sé si estoy soñando o qué está pasando, pero alguien se me acerca en silencio, se arrodilla a mi lado y aparta el pelo de mi cara con delicadeza. Son dedos fríos y largos, que recorren la línea de mi mandíbula con lentitud. 

-Shh. -susurra acercando su cara a la mía, lo único que logro ver son dos ojos rojos como la sangre misma. 

...

Miro el paisaje por la ventana de mi cuarto, me siento extraña, es como si hubiese algo en mi sistema que no es mío, pero al menos no estoy muriéndome de fiebre ni delirando. 

-Qué pasa Sylver? Estás muy nervioso. -me acerco a él para acariciarle pero se escapa y se esconde bajo un mueble. -Oh, vamos Sylver, soy yo! 

Me rindo y decido volver a mirar por la ventana. Mis ojos recaen en la entrada al bosque, eso me recuerda las advertencias de Rusu y Nic. 

Pero ahora mismo siento que debo entrar, algo me dice que vaya. 

Me pongo unos vaqueros negros, una sudadera amarilla palo y mis botas, cojo mi móvil y salgo lo más rápido posible. 

Una vez estoy delante del sendero mi sentimiento se hace mucho más fuerte. 

Entro sin pensármelo dos veces, agarrando el móvil con tanta fuerza que en cualquier momento podría romperlo. 

Miro todo a mi alrededor, no sé si por las advertencias o por intentar recordar el camino. 

-Hola? -paro de caminar y giro sobre mí misma lentamente buscando algo o alguien. 

-Qué haces aquí? Es que las advertencias no te asustan? O que no sueles hacerle caso a los demás? -esa voz, la de hace dos días. 

-Rusu... 

-Sí, ese es mi apellido muñeca. -me giro encontrándomelo de frente, muy cerca, tanto que casi choco contra su pecho. Lleva una sudadera roja, vaqueros y chaqueta negra. 

-No me llames muñeca. 

-Dejaré de hacerlo cuando sepa tu nombre, muñeca. 

-No te lo diré. 

-Porque no quiere o porque no puedes? -ladea la cabeza mostrando una sonrisa tranquila que calma mi nerviosismo. 

-Ambas. -miro sus ojos negros buscando ese brillo, pero no aparece. 

-Bien, a dónde quieres ir? 

-Qué? -pregunto sin entender, él se da la vuelta para adentrarse más. 

-No querías conocer el bosque, pues bien, yo te lo enseñaré, de lo contrario me temo que nadie lo hará, tan siquiera tu tío. -entrecierro los ojos y ladeo la cabeza replanteándome lo que acaba de decir, y después de todo tiene razón, no creo que nadie más lo haga. 

-Está bien. -me pongo a su lado y juntos recorremos el sendero escuchando a los pájaros cantar y las hojas moverse por una pequeña brisa. -No deberías estar en clase? -pregunto sentándome en una piedra al lado del regato, que está más lleno que ayer. 

-Sí, y? 

-Que no deberías estar aquí, no?

-Bueno, digamos que las clases son aburridas. -se encoge de hombros mirándome. -Y tú? 

-Esta semana no iré, prefiero tomármelo con calma. 

-Genial, mañana vendrás también? 

-Aquí? Al bosque? -pregunto. 

-Sí, a dónde si no? 

-A la biblioteca, por ejemplo. -respondo arrancando una flor morada para quitarle los pétalos uno a uno y tirarlos al regato para que se los lleve la corriente. 

-No me gustan los libros. -le miro con los ojos abiertos de par en par. -No em juzgues, solo no me gustan. 

-Por qué no te gustan? Son simplemente maravillosos. 

-Porque solo son letras en árboles muertos. 

-Qué delicado eres. -tiro la flor al agua cuando ya no quedan más pétalos. -Pero no vuelvas a ofenderme de esa forma por favor. -algo en su mirada chisporrotea, no sé qué es, pero veo tantas emociones juntas y ninguna a la vez que me empiezo a poner nerviosa.


JadeWhere stories live. Discover now