19. El otro Zev

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Jade

-La luna de sangre es una noche peligrosa incluso para nosotros mismos, los brujos lo tenemos fácil, entre comillas, nos ponemos unas mulequeras anti magia, bloquea nuestro poder y solo se quitan a la mañana siguiente. -explica Isaac, que camina delante de mí por los pasillos del castillo. -Pero no te preocupes, estarás bien sienpre y cuando no salgas del castillo durante el día ni de tu habitación por la noche.

-Dónde irán los que no sois brujos? -pregunto curiosa.

-Los lobos irán al bosque, los dragones al cementerio de Caín y los vampiros al laberinto de rosas de Perséfone.

-Cementerio?

-Sí, es un lugar tranquilo, lo que necesitan ellos para calmar a la bestia. -bromea. -Y lo del laberinto sirve para que los vampiros no encuentren la forma de salir y no ataquen a nadie, pero nunca se sabe, son seres peligrosos y muy inteligentes.

-Y mortales?

-Sobre todo eso.

-Oye Isaac, has visto a Zev?

-Lo vi esta mañana, y quería que te dijera que hoy no lo busques, que esperes a mañana.

-Por?

-No te lo ha dicho? Él tiene un encierro especial. Lo tenemos que encadenar en las catacumbas del castillo con magia y encerrarlo con una llave mágica. -se gira para ver mi cara de confusión máxima. -Verás prima, Zev, al venir de un linaje tan poderoso tiene más magia sobrenatural en la sangre de la que puede controlar, y si enfadado es capaz de causar terremotos en la luna de sangre es como soltar a un zorro en un gallinero lleno de pollitos.

-Eso significa que ya ha conseguido escapar antes, no?

-Sí, y casi acaba con un pueblo entero él solo. -un escalofrío me recorre el cuerpo. -Pero el año pasado esto funcionó, así que bo tienes nada que temer, además, si mecesitas algo sabes que yo o Nic podemos ir contigo.

-Vale, gracias.

La mañana pasó muy tranquila, apenas había gente en clase y la mayoría de los profesores estaban en sus encierros.

Al llegar la noche lo único que hice fue darme una ducha e irme a dormir.

...

"-Jade! "

"-Jade! "

Abro los ojos al escuchar a alguien gritar mi nombre. También escucho portazos y cadenas arrastrarse, como la última vez.

Me pongo en pie y salgo del cuarto en busca de lo que sea que esté haciendo todo ese jaleo.

"-Jade! "

Sigo el sonido de mi nombre, voy en silencio y sin hacer ruido.

Arrastro mi mano izquierda por la rugosa pared de piedra fría del castillo.

Miro por una de las ventanas, la luz de la luna está teñida de rojo sangre, al igual que su figura redonda.

Los golpes a la puerta se hacen más fuertes, logrando sacarme de mi ensoñación.

Sigo caminando hasta llegar a la misma sala, la única diferencia es que ahora la puerta está cerradas y con las cadenas bien puestas en forma de cruz delante de la madera.

-Hola?

A modo de respuesta recibo un golpe seco en la madera que me hace oegar un bote en mi sitio.

Hay algo o alguien al otro lado y necesita que lo saquen de ahí.

Me acerco a la puerta y agarro una de las cadenas con la mano, esta desaparece ante mi tacto. Pasa lo mismo con la otra.

Agarro el pomo de la puerta respirando hondo, no sé si estoy lista para lo que vaya a ver al cruzar.

Giro el pomo, que para mi sorpresa está abierto, así que empujo la puerta con fuerza debido a lo pesada que es.

Al estar frente a la enorme habitación me quedo paralizada.

A unos metros frente a mí hay un pequeño altar de forma cuadrada hecho de piedra, como el suelo y las paredes. De pie en el altar, atado con cientos de cadenas y descalzo está Zev.

Pero lo que más me sorprende es que alrededor del altar haya montañas de huesos.

Zev abre sus ojos, dejando ver dos pequeñas llamas incandescéntes que me observan fijamente. -Jade...

Pongo un pie en la habitación arrepintiéndome enseguida de venir descalza, el suelo está congelado y húmedo.

Sigo camimando hacia él, hay charcos de algo espeso por todas partes, espero que no sea lo que tengo en mente porque si no me muero.

Subo los tres peldaños que llevan al altar y me acerco a Zev. Las cadenas envuelven su torso al igual qie sus brazos, está encadenado al suelo y al techo.

Se remueve intentando soltarse, el ruido de las cadenas resuena en mi cabeza obligándome a taparme los oídos.

Pongo una de mis manos en las cadenas, poco a poco desaparecen, lo cual le altera más. -Para, no lo hagas. -ordena.

-Una vez dijiste que nunca me harías daño. -digo agarrando la última cadena con ambas de mis manos. -Y estoy segura de que ahora tampoco lo harás. -rompo el metal con una facilidad bestial, dejando así a Zev libre, deja caer sus brazos a ambos costado de su cuerpo.

Miro con adoración sus ojos rojos como la sangre y vivos como el fuego.

-No sabes lo que has hecho Jade. -comienza a acercarse a mí con rapidez, acortando la distancia rápidamente hasta que lleva una de sus manos a mi nuca para que no me vaya y así poder besarme como un animal en celo.

Devora mi boca con ansia, como si se estuviera acabando el mundo.

No lo detengo, no lo detengo a pesar de que siento un vértigo terrible ahora mismo, no lo detengo porque estoy sintiendo una explosión de sentimientos dentro de mí.

Y lo peor de todo es que me encanta.

Se separa de mí unos milímetros, siento el aire que sale de su boca en mi cara.

-Como se entere mi hermano nos matará.

-Qué importa ahora tu hermano? -vuelve a pegar sus labios a los míos, pero ahora soy yo la que corta el beso.

-Zev... -vuelve a besarme una y otra vez pero lo detengo en seco. -Primero necesito salir de aquí. -pido poniendo un dedo sobre sus labios.




JadeWhere stories live. Discover now