7. Cuéntame tus pesadillas y tus fantasías

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Jade

-Me vas ha decir ya tu nombre? -pregunta Rusu mientras caminamos por el bosque uno al lado del otro.

-Mmm... No. -respondo mirando el suelo.

-Y qué tengo que hacer para me lo digas?

-Y qué tengo que hacer yo para que dejes de preguntármelo?

-Nada. -dejo de caminar para verle, pero él sigue su paso dejándome ver su ancha espalda.

Se detiene para darse la vuelta y mirarme unos metros alejado de mí.

-No puedes hacer nada para evitarlo, porque yo seguiré preguntando hasta saber tu nombre, y el día que lo sepa... -según habla se acerca tan lentamente que no me doy cuenta hasta que lo tengo a escasos centímetros de mi cara. Sus ojos están más vivos que nunca (o al menos desde que lo vi por primera vez).

-Qué harás? Gritarlo a los cuatro vientos? Adelante. -ahora soy yo la que sigue caminando. -Que se rían de mí no sería lo peor que me ha pasado. -esa última frase la susurro, pero algo me dice que la ha escuchado, porque no tarda en ponerse a mi lado y agarrarme de la mano sin dejar de caminar.

Miro nuestras manos entrelazadas, lo que provoca que mí es algo inexplicable. Dentro siento fuego, mariposas, alivio, presión, dolor, paz...

Tantas cosas sin sentido que prefiero no hablar porque me temo que no saldrían más que un par de palabras sin pies ni cabeza.

Lo que sí tengo claro es que él también lo está sintiendo aunque no diga nada. De alguna forma sé que también está así, nervioso por nada y relajado por todo.

De repente me detengo, freno en seco y le suelto la mano. Miro el camino que tenemos por delante, la luz del sol se filtra por entre las copas de los árboles iluminando las flores que hay a ambos lados del sendero.

-Qué pasa? -pregunta Rusu sin entender nada, pero parece acordarse de algo de golpe así que intenta llamar mi atención, pero lo aparto y sigo mirando el camino.

Es tan idílico que parece irreal.

Pero mi presentimiento era cierto, una fuerte corriente mueve mi pelo y nos golpea a ambos. Veo una sombra proyectada desde arrriba moverse a una velocidad que no es ni medio normal.

Alzo la cabeza para ver esa cosa enorme que hay sobre nuestras cabeza y a pocos metros de altura.

Veo un par de alas que podrían partirme a la mitad con una facilidad abismal, eso por no hablar del tamaño descomunal de su cabeza.

-Qué es eso? -susurro con los ojos bien abiertos y el corazón a mil.

-No he visto nada. -se encoge de hombros pero está nervioso.

-Qué mierdas era eso? -pregunto entrando en pánico. -Quiero salir de aquí... Dónde está la salida? Rusu sácame de aquí ahora! Qué era esa cosa?! -me coge por los hombros mirándome a los ojos fijamente.

Me centro en la llama que hay al final de sus ojos negros.

Consigue encandilarme de tal forma que da miedo, más que...

Qué acaba de pasar? Por qué estaba asustada?

-Por qué has parado? -pregunta Rusu extendiéndome la mano.

-Yo... No lo sé. -intento recordae pero tengo una laguna mental muy grande (la verdad no estoy segura de cuanto abarca).

-Continuemos. -agarro su mano y dejo que me guíe por donde le plazca mientras yo intento recordar algo.

Pero qué tengo que recordar? Por qué quiero recordar algo? Tenía que recordar?

...

Me revuelvo en la cama incómoda, me da la sensación de que me falta algo no sé dónde.

Stormy se fue hace rato, como la otra noche, y todavía no ha vuelto.

Me pongo en pie y doy vueltas por el cuarto hasta que me detengo a ver por la ventana el paisaje.

Es noche cerrada, pero hay  miles de estrellas brillantes y la luna está casi llena.

El paisaje me gustaría si no fuese porque tengo una mala sensación. Afino la vista y me pego más al cristal cuando a lo lejos veo sombras sobrevolando el bosque.

Van a una velocidad media, mi corazón va más rápido cuando diviso la silueta de una persona sentada sobre una... Escoba?

Eso no importa ahora porque se están acercando, y muy rápido. Demasiado.

Corro a la cama y me oculto bajo las sábanas como cuando era niña y todo me saba miedo.

No me muevo, respiro con lentitud para aparentar estar dormida a pesar de que me falta el oxígeno.

Esto no puede ser real, tiene que ser un producto del cansancio.

Me mentalizo de que no hay nada en la ventana y poco a poco me incorporo, abro los ojos y lo que veo me horroriza, un rostro pegado al cristal, ojos verdes brillantes como dos luces led me observan fijamente.

El aire sale de mi garganta cuando pego un grito que resuena en todo el castillo.

Me encojo bajo las sabánas llorando del miedo e intentando calmarme como puedo.

La puerta se abre de golpe y por ella entra Isaac. -Jade! Jade! Qué pasa?! -pregunta moviéndome.

-Había algo en la ventana! -grito desesperada abrazando mis piernas, que están pegadas a mi pecho.

-Jade, no hay nada, mira.

-No!

-Jade por favor, tienes que tranquilizarte. -pide sentándose a mi lado en la cama para acariciar mi espalda.

-Tengo miedo Isaac, qué era esa cosa?

-No lo sé, tal vez era un búho, pero ya no hay nada, no vi nada.

-Pero...

-Tranquila, intenta dormir, no me iré hasta que estés descansando. -asomo la cabeza por entre las sábanas encontrándome con una sonrisa tranquilizadora de su parte. -Venga, te cuento una historia?

-Vale. -me acerco a él y cierro los ojos, empieza a hablar de algo pero enseguida caigo rendida mágicamente.



JadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora