32. ¿Y si el problema es mío?

14 2 3
                                    

Jade

Zev me carga sobre su brazo izquierdo haciendo que me tenga que agarrar a su cuello para no caerme.

Una cadena sale de la nada envolviéndose en su muñeca derecha  haciéndole daño, tanto que no puede evitar gruñir.

Haciendo un poco de fuerza consigue romperla, pero eso solo provoca que más cadenas se aferren a sus brazos y sus tobillos. Gruñe de dolor haciendo temblar el suelo mientras intenta mantenerme pegada a él. 

Las rompe haciéndose heridas bastante profundas pero que se curan a una rapidez increíble.

-Para, te estás haciendo daño. -pido pero se niega a escucharme.

No lo hace hasta que más cadenas más gruesas que las anteriores aparecen por detrás de nosotros y le rodean con tanta fuerza que para de caminar en seco.

Me suelto de golpe cayendo al frío puente de piedra y estando a punto de caerme.

-¡Jade! -rompe todo el metal agachándose ante mí, pero enseguida su cuerpo vuelve a ser atado. 

-¿Qué hacéis? -la voz del padre de Zev suena tras él, lo que le pone tenso al instante. -Vaya, has conseguido soltarle, enhorabuena. -dice cruzando sus brazos tras su espalda.

Chasquea los dedos haciendo que las cadenas lleven a Zev al centro de la plataforma, pero camina hacia mí.

Una vez está frente a mí, y yo estoy de pie nos quedamos en silencio. Absoluto silencio. 

-Tienes algo dentro de ti, algo que no me gusta nada. -admite. De repente pasamos de la tensión al dolor con un movimiento tan rápido que me quedo congelada sin poder reaccionar.

Caigo de rodillas al suelo agarrando mi vientre y tapando la herida que acaba de hacer en mi brazo derecho.

Mi estómago está abierto y mi brazo chorreando sangre sin parar. 

Grito de dolor porque no puedo más. Quiero rendirme.

-Una lástima que no podamos hacer nada. -dice clavando sus uñas en mi nuca. -Diremos que la gatita curiosa bajó a oscuras y pisó donde no debía, ¿Verdad hijo?

-¡Suéltala! -ordena Zev removiéndose y luchando por soltarse  pero con una mirada de su padre empieza quejarse del dolor que siente en su mente.

En cuanto a mí, desentierra sus uñas y se aleja lentamente dándome la espalda. -No puedo creer que aún creas que mi hijo, el asesino de su futura mujer, es inocente. Ha cometido un crimen y debe pagar por ello. 

-No es un asesino... -susurro muriéndome de dolor. 

-¿Qué has dicho? -gira su cabeza viéndome de forma despectiva. 

-Su hijo, Zev Rusu, no es un asesino. -dicto haciendo que mi voz resuene en las paredes de la habitación. 

-Niña, todo el mundo puede ser un asesino si los empujas lo suficientemente lejos. -se vuelve a acercar a mí hasta estar de pie a escasos centímetros de mi cara. -Así. -coge mi cabeza y me empuja hacia el vacío oscuro que hay bajo el puente. 

JadeWhere stories live. Discover now