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—¿Regalo?— me quejé.— ¿Quién se cree usted para tratarme así?

La mujer rio.

—Por favor, que mal sentido del humor tienen los jóvenes de hoy en día. Era una broma.— Félix parecía tenso, claramente molesto.

—Madre, creo que no estás pensando con claridad.

—¿Me estás llamando loca?— Y pasara lo que pasara, no quitaba esa sonrisa de su rostro.—Tú y yo teníamos algo pendiente ¿No es así? — Dirigió su vista hacia mí.— Venías aquí para saber tres verdades ¿No es así? Dime ¿Qué quieres saber? Porque es claro que estás investigando a mi hijo; no te culpo, mi niño es muy enigmático, jamás te develara quien es en verdad.

No quería que él supiera eso, por más obvio que fuera que tenía que investigar a mi "enemigo".

—Desconozco cuál es el tema de conversación entre la señorita y tú, pero en serio creo que...

—Quédate.— insistió su madre.—Yo me iré de aquí, los dejaré a ambos para que tú puedas ser quien responda sus preguntas y...— Me miró de reojo.— Quien sabe, a lo mejor y así entran más en confianza.

—Creo que cometí un gran error con venir aquí.— respondí molesta. Ella negó.

—Tú ya sabes a que viniste aquí, y ya te di la prueba de que yo cumplo lo que digo.— Ella cumplía sus amenazas, a eso se refería.— Más te vale cumplir ahora tú.— Se levantó de la mesa.— Por favor, pidan todo lo que quieran; todo irá a mi cuenta, no se limiten.

—Madre...— exclamó Félix con severidad. La mujer se aproximó a su oído y él quedó estoico, después sólo asintió y se sentó en la mesa.

Su madre por fin nos dejó. Quería preguntarle tantas cosas, pero a la vez sólo quería pedirle perdón por querer indagar más de su vida. Al final, nada salía de mi boca.

—Señorita Dupain.— Lo escuché decir de pronto.—Después de esta comida la llevaré a mi departamento, ahí daremos por terminado las cosas como se deben.

Infect me // FelinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora