Capítulo 9

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Bakugou: (Entra a la cueva) ¿Cómo se encuentran tu yegua? (Directo)

Midoriya: Bien, pero todavía no pobre montarla, me duelen las piernas y no tengo fuerza. (La acariciaba) ¿Por qué? ¿Ya me estas extrañando? jaja

Bakugou: No. Porque tus estúpidos compañeros de viaje te están buscando. (Decía serio y con una mirada dominando) Y creo que tu madre, que está viuda, debe estar muy adolorida esperando a su hijo, el cual puede creer que está muerto.

Midoriya: ¿Los viste? ¿Ya se fueron? ¿Por dónde andaban? (Tenía muchas preguntas, pero al enterarse de que sabía que su mama estaba viuda se lo hizo un nudo en la garganta)

Bakugou: Se fueron hacia el este, en dirección al siguiente pueblo. (Lo mira esperando alguna pregunta o respuesta) Cual es la excusa, ¿mm? Pudiste irte hace bastante, pero lo hiciste, ¿por qué?...

Midoriya: Porque... (Se aprieta el estómago) Porque además de que mi yegua no seguía bien, pensé que sería una buena oportunidad para conocerte más.

Bakugou: ¿Para qué conocerme? Soy una bestia cualquiera, ¿por qué conocerme? Y no digas que solo es por ser veterinario, que eso no me lo creo.

Midoriya: Cuando me trajiste, un día después me di cuenta de que eras interesante, no por ser licántropo, en peligro de extinción y eso. Me interesó conocerte porque sos distinto a cualquier animal o persona.

Bakugou: (Suspira pesadamente) Mira, vos fuiste el único que me hizo pensar que no todos los humanos son seres despreciables, pero no podés quedarte para siempre, y eso lo sabes. Además, ni bien ellos te encuentren, a mí también. Y seguramente me entreguen ante ese rey.

Midoriya: Ellos pueden encontrarme tranquilamente sin que te encuentren o simplemente puedo volver por mi propia voluntad. (Decía algo serio y triste)

Bakugou: No soy quien para decirte que hacer, vos sabrás que es lo mejor. (Lo mira por última vez, antes de darle la espalda)

El pecoso mira sus pies y sale de la cueva, el rubio lo ve por arriba de su hombro y suelta un suspiro, dejándolo ir a donde quisiera.

El menor camina sin rumbo alguno, yendo a donde se le plazca, alejándose del lugar en donde se hospedaba, llega a un rio en donde la corriente era algo fuerte, se sienta en la horilla y se queda pensado el sí volver o no, ¿Qué pasaría si se quedaba para siempre y no le comunicaba nada a sus seres queridos? ¿Volver y dejar solo a Bakugou lo preocuparía más? O ¿Volver a su aldea, hablar con su madre y volver con el licántropo? Tantas preguntas se le cruzaban, que no se daba cuenta de que unos ojos celestes lo observaban entre los arbustos.

El pecoso juega con las piedras y con el musgo como si fuera un niño. Esos ojos brillantes con una tonalidad fría se movían tratando de encontrar un buen ángulo para salir de allí y atacar al pecoso. Unas patas negras grandes se frotan contra el pasto para tomar el impulso de saltar.

El pecoso distraído escucha algunos sonidos de arbustos moviéndose, pero ya estaba acostumbrado a eso, pero escucha algunos gruñidos y eso ya le llama la atención. Se levanta de su lugar y mira a todos lados, hasta que el lobo negro sale de su escondite para estar encima del pecoso. Éste cae al pisa, saca su hacha y con el mango de madera lo pone entre los dientes de lobo, lo más profundo posible para que no lo muerda.

Éste lucha para sacarlo de encima y que no lo lastime, sus manos temblaban y perdían fuerza, al igual que sus ojos empiezan a humedecerse del miedo, mientras que la mandíbula del lobo negro iba rompiendo el mango del hacha.

Cerca de donde estaban el rubio se acercaba a pasos lentos y en su forma canina, cuidando de que el chico heterocromático y el de anteojos no siguieran por ahí, pero ni bien oyó un gruñido y un pequeño ladrido corrió hacia se originaban los ruidos de forcejeos.

En peligro de extinción. (Baku Deku)Where stories live. Discover now