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Al siguiente día Mario despertó a su hora usual, boztesanso y estirándose pero extrañamente estaba desorientado. Tallandose un ojo con cansancio mientras se sentaba en la cama tratando de enfocar su mirada en algo para reconocer. Pero no hubo nada, bueno, no era su cuarto.

Rápidamente cayó en cuenta de los acontecimientos y su primera reacción fue buscar a su amigo con la mirada a lo mejor creyendo que se encontraba durmiendo a su lado, pero todos esos pensamientos se vieron interrumpidos al olfatear el olor a comida en la sala fue rápidamente hacia el lugar encontrándose con Daniel preparando el desayuno.

Traía un saco de sudadera de cremallera junto a aparentemente una pijama simple de pantalón y camiseta, su cabello totalmente desordenado, con mechones cayendo en su frente y su mirada fija en el sartén.

-B-buenos días.

Saludó Mario algo atontado por la imagen tan inusual en frente suyo.

-Uy, hasta que se despertó.

Daniel simplemente siguió en lo suyo sin si quiera ver al contrario pero rápidamente se volteó al escuchar pisadas cerca de el.
Bueno debía admitirlo, le gustaba ver a Mario algo desorientado con sus rulos despeinados haciendo pucheros por la mañana.

-¿Qué haces?

Para Daniel ese comentario si era signo de estar desorientado.

-¿No ve? Estoy en un partido de fútbol, Mario, más bien menos preguntas estúpidas más comer que se le puede hacer tarde.

-Perdón perdón.

Respondió rendido al ver que aparentemente el sarcasmo era una parte fundamental en Daniel Valencia pero no es como si le fuera a quitar el optimismo ese detalle así que se acercó a su hombro colocando su mentón encima de este.
El contrario se tensó considerablemente sintiendo sus mejillas arder mientras apagaba el fogón para empezar a servir la comida.

-¿En qué te ayudo?

-En quitarse, le huele la boca.

Daniel ni sabía porque había dicho algo tan fuera de lugar solo porque se quitara.
Mario se alejó al instante apenado tomado el plato de comida que le pasaba el menor dirigiendose a la mesa del comedor.

El desayuno fue silencioso y eso de un modo u otro molesto a Daniel, creía que se había acostumbrado a la voz y el incesante parloteo del castaño que verlo tan callado y tranquilo era extraño.

-Hoy también se puede llevar uno de mis trajes. si quiere.

Sugirió finalmente el menor desviando la mirada.

-Pues si, gracias.

El castaño no entendía la actitud del contrario, era más retraída y enojada de lo normal pero prefirió no cuestionar así que rápidamente se alistó para ir al trabajo.

Pasaron los minutos y Mario ya estaba a punto de irse del apartamento no antes sin agradecer al menor pero este lo tomó de la muñeca  inmovilizadolo.

-Calderón, amm y-yo-

Daniel ni sabía que quería decir, solo actuó por instinto y es que su conciencia solo tenía la urgencia de ver la sonrisa del mayor, de que no estuviera enojado con él.

Por otro lado Mario lo veía pacientemente, estaba demasiado curioso por lo que le pasaba al menor.

-Espereme, quiero ir con usted.

El castaño sonrió ligeramente asintiendo mientras cerraba la puerta viendo con algo de diversión como el contrario se adentraba de nuevo a su apartamento para terminar de colocarse su traje.

Por Amor Y VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora