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Ingenuo, solo con ese adjetivo Mario se estaba describiendo en ese momento, al entrar al apartamento de aquella rubia postiza se dió cuenta de su error, el ambiente era totalmente diferente a lo que había imaginado, las luces eran cálidas, había música jazz suave, un par de velas en la mesa y un par de vinos al costado de estas.

-Pasa Mario, estás en tú casa.

Y ahí estaba lo peor de todo, el tono de voz seductora y la rubia totalmente arreglada con maquillaje y un vestido que solo cubría lo necesario o más bien pretendía hacerlo pues era realmente ajustado, todos esos estímulos lograron que recuerdos lujuriosos azotaran su mente cada que daba un paso y más que excitarlo lo dejaba confundido y ansioso ¿Por qué parecía que esa mujer ahora quería seducirlo? o ¿Acaso estaba sobrepensandolo y no era su intención?

-Mario ¿estás bien? ponte cómodo.–—La mujer pasó sus manos por los hombros del castaño quitándole su saco con lentitud.

Con nerviosismo el hombre aceptó la corta ayuda y continuó la conversación con naturalidad, tampoco quería mostrarse inseguro frente a ella también sabiendo exactamente como era, acto seguido dió paso a una conversación amena a la par que cenaban pero aún así seguía alerta, pues habían ciertos detalles curiosos como que cada que su copa de vino se vaciaba, en un abrir y cerrar de ojos su acompañante ya la llenaba otra vez, curioso porque él había utilizado un sin fin de veces ese truco, porque con alcohol en la cabeza ya no había resistencia.

-Patty, sin dudas estos champiñones al ajillo te quedaron exquisitos—–el mayor elogió con una sonrisa limpiando su boca con una servilleta aún manteniendo una sonrisa que solo se extendió aún más mientras tomaba su copa de vino
revolviendolo con suavidad—–si, es la verdad pero aún no entiendo porque tomarse el tiempo de cocinar semejante manjar.

-¿Acaso no podía tener una atención con un buen amigo? Además, casi no hablamos desde lo nuestro, solo pensé que podríamos volver a-

-¿A ser amantes? ¿O algo por el estilo?—–Mario la interrumpió antes de tragar hasta la última gota de licor de su copa y sonrió como nunca al ver el rostro preocupado de la secretaria, sin dudas su intuición siempre lo terminaba salvando de alguna forma.

-Y si así fuera ¿Aceptarías?

La mujer se puso de pie a un costado del castaño acomodando un par de sus cabellos sonriendo coqueta, al mismo momento que el mayor subía lentamente su mirada por todo el cuerpo de Patricia hasta llegar a esos ojos brillantes, eran tan hipnotizantes que juraría que con mirarlos un par de segundos más no saldría de ahí en horas pero su mente se lo impidió, volvió a examinar el cuerpo contrario y sonrió para sus adentros, pensando que Daniel tenía piernas firmes, grandes pectorales, labios rosados y unos ojos que no solo eran más lindos a su propio criterio sino que demostraban sus más puras intenciones, él era mucho más que la simple tentación de un encuentro carnal.

-No Patricia, tengo un novio ¿recuerdas?—–El castaño se puso de pie tomando su abrigo mirando sobre su hombro aún manteniendo su sonrisa.

-¿Hablas en serio? ¿Mario Calderón fiel? Eso es una novedad.—–La mujer respondió sarcástica mientras jugaba con la corbata del mayor acortando su distancia.

El presidente frunció su entrecejo, sabía que la rubia era terca pero llegar a ese extremo ya lo había ofendido ¿qué tan insensible lo percibían hasta el punto de asegurar que no podía serle fiel a su pareja?

-¿Ah si? Me gustaría decir lo mismo, pero Patricia Fernández siempre tiene una intención oculta ¿No es así?–—Silencio, eso es lo que había en el lugar, Mario había dado en el blanco y no sé dejaría ganar—–Dime Patty ¿En realidad por qué haces todo esto? Y si realmente te beneficia a ti, porque estoy comenzando a dudarlo.

Por Amor Y VenganzaWhere stories live. Discover now