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Era una noche fría y lluviosa pero eso no le podía importar menos a Mario tenía un sin fin de cosas en mente, como el pico tan repentino que había recibido por parte de Daniel hace un par de días y por eso guardaba sus cosas a gran velocidad para salir de la oficina lo más rápido posible hacia su cita con ese hombre.

Aunque a unos pocos centímetros de abrir la puerta para finalmente salir de esa oficina el sonido del teléfono lo hizo dar media vuelta con un suspiro así que tomó el aparato entre sus manos algo acelerado esperando que no fuera nada importante.

-Calderóon~

En rayo acompañado de un trueno se escucharon después de esa voz ronca que siempre le quitaba el sueño y ahora el aliento.

-Armando, ¿a-a qué se debe está llamada?

Mario quería estar tranquilo pero enserio se había asustado por escuchar su voz mientras que el entorno no le ayudaba en nada y en cambio le aceleraban el pulso.

-Calderón, ¿por qué no me ha llamado ah? Aún no le creo que me olvidó tan rápido.

El castaño suspiró, ese hombre estaba borracho y era evidente que solo diría incoherencias.

-Le recomiendo que se vaya a dormir doctor, voy a colgar, ad-

-Callese Calderón, o ¿acaso no le interesa saber que he hecho negocios increíbles? Que como siempre estoy haciendo mucho más que usted.

El azabache tampoco desaprovecharía la situación para molestar al contrario con cualquier cosa que pudiera, después de todo para eso había llamado, para que no estuviera tan tranquilo con su ausencia.

-Bueno, eso lo veremos cuando regrese.

-Es verdad, volveré y hasta de pronto te puedo dar un premio por tus seguramente patéticos aportes a la empresa.

Mario ya no podía más con esa conversación, ni sabía cuál era su intención, hablaba como si quisiera tentarlo pero a la vez hacerle enfadar y lo estaba logrando, su corazón latía rápidamente por todos sus sentimientos encontrados.

Así que con su mano temblorosa apretando el teléfono con fuerza colgó la llamada hechandose para atrás hasta chocar con la pared con pura frustración para luego deslizar su espalda contra esta y quedar sentado con sus rodillas contra su pecho.

-Lo odio, lo odio, l-lo

Mario ya ni podía terminar la frase, ya que un nudo en la garganta le molestaba enormemente y las lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos.
En ese momento solo quería dejar de sentir algo por ese hombre, a si fuera odio o obsesión o lo que sea que sintiera por el porque tampoco es como si lo tuviera claro.

Su cabeza siguió abrumandolo por unos largos segundos hasta que una frase le llegó a la mente repentinamente.

"Me gustaría que desapareciera"

Con ese último pensamiento Mario reaccionó asustado de si mismo convenciendose de que no estaba pensando en algo tan extremo como en terminar con su existencia.

-Calmate Mario, dios, tengo que calmarme.

Se repitió a si mismo mientras se ponía de pie y respiraba con más calma, pero para cuando llegó el momento en que ya estaba tranquilo recordó su cita con Daniel por lo que salió prácticamente corriendo para el lugar.

Mientras tanto, en un restaurante ciertamente discreto y sereno se encontraba Daniel viendo su reloj en la muñeca cada dos minutos, se estaba poniendo nervioso por lo que Mario no llegaba además que ya habiéndo aceptado que tiene sentimientos por el castaño y simplemente no podía dejar de sobre pensar la situación con los peores escenarios que su imaginación le brindaba.

Por Amor Y VenganzaWhere stories live. Discover now