Maldito Patriarcado

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—Es solo mi mecanismo de auto defensa diciéndome que hay peligro cerca.

—Hmm — Daniel pasa sus dedos por encima de mi cabello y acaricia mi mejilla lo que cause que de un rápido paso hacia atrás ante lo inesperado que eso me resulto.

Esos actos, como de cariño que causan horribles cosquillitas en mi abdomen son raro y horrible para mí.

El parece que el hecho que me alejara de su toque le llamo la atención, abrió la boca para hablar, pero el sonido del celular atrae su atención, lo saca y parece leer lo es un mensaje de texto.

Frunce el ceño y guarda su teléfono para volver a ver.

—Reunión de socios, vamos.

Se da la vuelta dejándome confunda por lo que opto por ir detrás de él.

Subimos y al llegar veo que frente a la puerta de entrada la familia esta reunida, veo a Gael llegar quien al verme junto a Daniel se le forma una sonrisa.

Me desconcentro al momento que siento el brazo de Daniel que me obliga a colocarme un paso detrás de él y de inmediato veo por la puerta entrar a Román, el proxeneta.

El proxeneta me ve y sonríe de gran manera.

—Tenía la esperanza de verla señorita — dice dirigiéndose a mí, lo que causa que la familia me lance miradas.

Román chasqueo sus dedos y uno de los hombres detrás camina al frente para entregarle una caja decorada muy elegante y me la ofrece.

Alejo la mano del mafioso y despacio tomo esa caja, miro a Daniel quien mantiene sus ojos en el objeto en mis manos y luego a Román y quien sonríe expectante. Al abrirla de inmediato hago una mueca de desagrado y escucho el bufido divertido de Daniel.

—¿Cuál es la gracia? — pregunta furioso el proxeneta a el hombre a mi lado.

—Ella es alérgica a las fresas — toma la caja de mis manos y se la entrega a Gael quien no duda en comerse una de las fresas bañadas en chocolate blanco, puedo oler la fruta a lo que doy unos pasos lejos del ya que también está a mi lado.

—No tenía idea, una disculpa mi bella dama, ojalá podamos tener una noche para poder conocerte mejor — me mira con unos ojos llenos de perversidad.

Mi lado impulsivo brota a la luz lo que hace que tome el arma de Gael quien esta aun disfrutando de las fresas y apunto al hombre frente mío.

—Eso, jamás — argumento con una pisca de burla en mi tono.

El hombre ve a el arma en mis manos luego a mí y se ríe.

—¿Qué diablos te pasa? —habla Bianca la hermana de Daniel quien me quita el arma —Una disculpa Román.

Ella le devuelve el arma a Gael quien al verlo puedo ver una pequeña sonrisa al igual que Daniel.

Bianca me jala a la habitación en la que duermo y empieza a insultarme en varios idiomas supongo. Lo que inevitablemente me encabrona.

—¿Por qué defiendes a esa clase de hombre? No entiendo por qué te dejas mandar por tipos en especial como ese. Sean socios o lo que sea yo no dejare jamás que un idiota me pinte de puta barata.

Al terminar de hablar de inmediato veo como su cara quien su piel ya de por si blanca y como de porcelana comienza a pintarse roja de furia.

—Son socios inepta, trabajo familiar y esa maldita irresponsabilidad nos puede meter a todos en problemas. No se trata de un maldito patriarcado.

Intercambios miradas y a la escena entra por la puerta la mano derecha de Daniel.

—Román se fue — avisa Gael, la mirada asesina crece en Bianca. Una mirada que a decir verdad siembra temor en mí. Me mira directo a mí y lo primero que se me ocurre es comenzar a correr, pero esta mujer de manera rápida me toma del pelo tirando fuerte causando mucho dolor.

Intento golpear su abdomen con mi codo, pero es muy rápida y logra tirarme al suelo inmovilizándome.

—Esto lo pagas.




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