Líder

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Despierto sintiendo la presencia de alguien más a mi lado. Parpadeo un par de veces y volteo a ver. Es Bianca quien está sentada a mi lado tecleando en su celular.

—Despertaste dormilona — habla ella sin quitar la mirada de su pequeña pantalla, intento incorporarme en la cama, pero el dolor en mi pierna me indica que es mala idea. Miro en donde estoy y estamos en la habitación que me escogieron.

—Mejor no muevas mucho esa pierna — asiento y veo que ella pone enfrente mía una pequeña bandeja con pastillas y un bote de agua —Para el dolor — asiento y lo tomo sin dudarlo —Lo que hiciste fue muy estúpido.

—Ya no tienes que repetírmelo —me quejo tomando el agua enviando la pastilla atravesando mi garganta.

—Perdón por lo de la pierna — la volteo a ver incrédula, queriendo confirmar en su expresión si fue de ella que salieron esas palabras o un fantasma —Es solo que, sabes cómo hacerme enojar chica — ella ríe un poco.

—Suele ser una especialidad mía

—Bueno, odio eso de ti — me reprocha con la mirada —Para saciar tu curiosidad hablare, pero más te vale prestes atención porque no volveré a hablar de esto — mis sentidos se vuelen alerta y pongo toda mi atención.

—Mi problema no eres tú, necesariamente. Es un poco hacia mi hermano, aunque ese patán es insoportable no lo puedo culpar a él. Lo quiero es inevitable. Después de todo somos familia y la familia siempre va primero.

La veo tomar una respiración lenta y profunda, en todo el rato que habla no voltea a verme, en realidad mantiene la mirada fija enfrente.

—Aquí los hombres mandan, en el mundo en general, pero es más fuerte en la mafias. Es casi como una ley y la detesto. Mi madre es otro caso si me preguntas — se le forma una pequeña sonrisa —Pero como toda las familias de mafias siempre es un hombre líder de la organización una tradición de mierda en mi opinión. Mi madre dice que es porque tengo un espíritu de líder. Y sé que soy una . Pero nunca y probablemente jamás tenga la oportunidad de serlo.

Cada palabra que escuche de ella tiene mucho sentido respecto a su responsabilidad, puedo entenderla un poco más.

—Pero tú no necesitas que te den la oportunidad — hablo y ella me voltea a ver por primera vez —creo que si enserio lo quieres puedes construir tu propio imperio tu sola.

Mis palabras la hacen sonreír, es la segunda vez que la veo sonreír.

—Me estas metiendo ideas a la cabeza y eso no es bueno — lo que dice me hace casi reír.

—Si, y ya comprobé lo peligrosa que eres — señalo mi pierna vendada.

Los pasos lejanos y apresurados como si alguien viniera corriendo hace que deje de prestar atención a la italiana.

—Le avise a mi hermano que despertaste — comenta ella, lo que supongo que explica los pasos apresurados.

La puerta se abre y entra Daniel con la respiración agitada, me ve y me analiza. El ceño preocupado se relaja y vuelve a una pose alfa normal. Detrás del entra Gael quien al verme sonríe.

—Me alegra ver que estés bien hermosura.

—Gracias.

—Admiro que hayas enfrentado a Bianca, pero tengo que preguntar ¿Eres suicida o algo así? — Gael se sienta a mi lado preguntando con total duda.

—Pueda ser — admito.

—Ella todavía no se recupera del todo así que es mejor que la dejemos descansar — ordena Bianca comenzando a despachar a los dos hombres.

—Mmm Gael prefiero que te quedes con ella por favor por cualquier inconveniente — la voz de Daniel parece nerviosa. El y Gael intercambian miradas que parecen tener una conversación silenciosa, pero Gael asiente un poco a regañadientes. Los hermanos Greco salen y Gael y yo intercambiamos miradas.

—De nuevo mi niñera — lo molesto.

—Para tu suerte si hermosura.

Minutos pasan y Gael se queda en el sillón cómodo al lado de mi cama donde estaba Bianca. Entran las sirvientas para servirnos comida lo que supongo debe ser hora de la comida, medio día juzgando el sol en la ventana.

El olor a pizza casera llega a mi nariz y mis tripas suenan. No dudo nada y me concentro en comer y ver la televisión al igual que Gael. Pero no había siempre un cómodo silencio por que el sonido de él tecleando en sus celular era bastante notable para mi quien quiero concentrarme en ver la televisión.

Lo volteo a ver un momento y él está masticando su comida, pero concentrado en su celular tecleando cada vez que una notificación llega a su celular. El parece sentir mi mirada porque me voltea a ver.

Apenas ha dejado de teclear y volvió a recibir otra notificación. Parece ser importante esa conversación.

—¿Con quién hablas se puede saber?

—Amm... — mira hacia otro lado evitando mi mirada.

—¿Amm? Algo me dice que es una chica ¿no? — el me mira nuevamente y me confirma al verlo sonreír.

—Quien te mira.

—Tengo la reputación de ser todo un Romeo así que no ofendas hermosura.

Le creo totalmente. Ambos reírnos peor alguien entra a la habitación.

Daniel vestido con su traje de siempre con sus lentes de sol. Parece estar muy serio a juzgar por su expresión.

—Gael, necesito que te encargues hoy hay entrega. Yo me quedare con ella un rato.

La mano derecha de Daniel asiente y al levantarse me guiña el ojo mirándome divertido y se retira. Daniel toma el lugar donde él se encontraba y me mira sin embargo no puedo ver sus ojos grises por esos lentes.

—¿Terminaste tu comida? — pregunta, asiento mientras me limpio mis manos con las servilletas. El procede a quitarme la bandeja con la comida y la coloca en una mesa al lado.

—Aquí dentro no es tan fuerte el sol sabias — le digo tocando con la punta de mi dedos sus lento aprovechando su cercanía.

El ríe y se los quita guardándolos en su camisa.

—Es costumbre

—Así veo

—¿Recuerdas que me debes algo pajarito? —sus ojos se suavizan y se acerca mucho a mí. Me permito admirar sus ojos de profundo gris. Una electricidad pasa gentilmente por mi columna vertebral causando placenteras cosquillas.

—Pues, no creo que mi condición me deje así que tendrás que aguantarte venenoso — contraataco intentando nivelar los nervios que incrementan en mi debido a su cercanía. Parece como si cada vez se acerca un poco más hasta que nuestras respiraciones se juntan.

—Pero no necesito que muevas ni un solo dedo para besarte bombón — sus dedos acarician mi mentón. 




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