Una Maldita Víbora

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Claire

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Claire

La ira con la que salgo de la casa es indescriptible solo tengo en mente un objetivo y ese ese idiota.

Me las arreglo para huir sin ser detectada. Le respondí a Román a lo que el iluso me mando su dirección. Me repito a mi mismo que solo voy por una razón, he superado mi vicio y el proxeneta no me hará recaer.

Cuando detengo el auto estoy frente a una casa bastante humilde considerando de donde viene el proxeneta lleno de lujos supongo que le sirve para mantenerse en perfil bajo.

Toco la puerta y esta no tarda en ser abierta revelando al jodido mal nacido. Me mira con una sonrisa triunfadora sin embargo se ve como la mierda con ropa desgalichada con aroma alcohol y ojeras de bajo de sus ojos.

—Mi ratoncita — me saludo acercándose peligrosamente a mi para tocarme la mejilla lo que instintivamente me hace tocar el arma que tengo oculta bajo mi chaqueta en la espalda —Entra por favor.

Lo miro indecisa sin embargo esto es a lo que vine así que doy unos pasos al frente tratando de mantener distancia con él. Detrás mío escucho la puerta cerrarse y asegurado con seguro. Lo que causa que me congele en mi lugar reteniendo la necesidad de golpearlo y simplemente irme. Mis manos sudan, pero me mantengo en mi lugar recordando a que vine.

El hombre pelirrojo camina hasta una habitación y cuando vuelve tiene una bolsa de su suero y me muestra la jeringa. Algo en mi me quiere jalar a tomarla y aun que mi boca se me hace agua y comienzo a sudar mucho mas debo recordarme todas esas malditas noches en que despertaba con pesadillas y los ataques de ansiedad.

Trago grueso y lo miro a los ojos forzando una sonrisa inocente

—Así es me imagino lo mucho que a sufrido por esto ratoncita — lo acerca mucho a mi dejándomelo ver a detalle incluso me parece oler la sensación que esa droga puede producir —Tu y yo vamos a ser invencibles, vas a ser mi ratoncita de daré la comida que necesites y solos harás todo lo que yo te diga complaciéndome.

En mi mente pasan mil maneras de enterrarle un cuchillo y una bala lo que me deja callada un rato y el sigue hablando.

—Ven a ver todo lo que guarde para ti

La mano de el va a mi brazo jalándome hasta el cuarto de donde salió hace poco, y ahí veo una habitación repleta de bolsas de suero llenas de droga azul.

—Así es tengo todo lo que mi reina deseara y te daré más, solo debemos recuperar mi imperio matar al estúpido Greco matar su imperio y tu me ayudaras ¿verdad mi reina?

Lo volteo a ver ignorando el ligero temblor de mi mano derecha.

—¿Tu reina Román?

—Así es querida Claire.

Mi sonrisa revela alegría sin embargo no hay una pisca de alegría en mí.

—¿Tu y yo? — pregunto.

—Solo tu y yo — asegura.

Mantengo mi sonrisa acercándome mas a el poniendo mi mano en su pecho. En sus ojos parece haber un chispa de ternura, pero eso solo alimenta mas mi desagrado a él.

—Ni de chiste — borro mi sonrisa sacando el arma de mi espalda apuntando directo a su cráneo.

—¡Clair-!

No me permití seguir oyendo su estúpida voz cuando oprimo el gatillo. La tibia sangre empapa la boca del arma y gotas salen volando manchando mi mano y mi rostro. El cuerpo de el que aún se mantenía de pie cae con los ojos abiertos y sin vida cae como tronco al suelo.

La bala no arreglo el daño que el me hizo, pero ahora jamás podrá volver a hacerlo. Debería sentir remordimiento creo, la verdad no siento nada y es la primera vez que mato a alguien a sangre fría... buena a realidad a sangre caliente. También esperaba alivio y en realidad tampoco siento eso, simplemente nada, y tiene sentido ya que el no fue nada solo una piedra estorbosa en el zapato que debía sacar.

Volteo a ver a el mini bar que tiene y voy hacia el guardando mi arma y tomando un par de botellas. Decido derramar una en toda la casa y en especial en el cuarto lleno de drogas por último en el cuerpo de Román hasta la puerta de entrada. Ahí tomo el encendedor que estaba aun lado de unos cigarrillos.

Salgo afuera de la casa veo el cuerpo de Román por ultima vez y enciendo el encendedor dejándolo caer en el rastro de alcohol. Todo empieza a prender fuego a gran velocidad.

Miro a la casa del lado y hay unas personas viendo lo que pasa curiosos, pero cuando me ven a mi supongo que la sangre que aun pinta mi cara le asusta por que corren a esconderse.

Hago caso omiso y destapo la otra botella de whiskey en mi mano dándole un gran trago lo que si me causa un alivio el liquido que quema en mi garganta. Dejo que esa casa deje de consumirse en la llamas mientras me doy vuelta con mi bote de whiskey en mi mano devuelta al auto.

Me vale una mierda

De todos modos, ahora soy una maldita víbora mafiosa. 




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VÍBORASWhere stories live. Discover now