Capítulo 3.

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Tengo dos días sin ir al río, no porque no quiera, es más por no verlo a él.

Después de soñar con el molesto e insoportable chico hace dos noches, me decidí a no ir a ese lugar. Me molestaba que como él había dicho hubiera soñado con él y lamento, realmente lamento decir que no fue una pesadilla.

Fue un sueño bonito. De esos que sin duda los catalogas como los que te hacen sonreír al despertar, y yo sonreí hasta que lo imaginé sonriendo a él porque lo soñada y pase a estar de mal humor.

Durante estos dos días había tenido que esperar en el pueblo cuando mi madre me decía que no podía estar en casa, y era espantoso. Tanto que hoy tuve que rendirme e ir al rio.

Llevaba algunos libros para hacer la tarea, y unas galletas para esperar hasta que volviera a casa.

Heit me seguía moviendo su cola feliz, seguro también sabía que el lugar del río era el mejor, era solo nuestro.

Me siento junto a un árbol y me aseguro de que no hay nadie, sonrió con triunfo y saco algunos libros, tengo el lugar solo para mí y Heit.

Leo por un rato sin entender nada, luego cuando pasa más de una hora me encuentro sin darme cuenta buscando por el lugar como si esperara que el pesado fuera a salir. Y lo llamaba pesado porque ni siquiera sabía su nombre.

Frunzo el ceño al darme cuenta lo que estoy haciendo, ¿No era eso lo que quería? Al fin será solo mi lugar.

Pero eso no parece ser lo que realmente quería, ya que aun cuando esta por oscurecer sigo esperando que aparezca, no había logrado entender la tarea y por supuesto una de las razones era como cada dos segundos observa el bosque por donde él solía aparecer.

Camino de regreso a casa, repitiendo lo mismo de cada día, las miradas y los susurros.

Abro la puerta con rabia, y mi madre se encuentra contando dinero sobre la mesa, me sonríe al verme.

—Hola, Nat— le devuelvo el saludo solo moviendo mis dedos.

Sin decir ni una palabra camino hacia mi cama y me dejo caer boca abajo.

Escucho sus pasos seguirme y luego sentarse a mi lado en la pequeña cama, pasa su mano por mi cabello, cierro mis ojos con fuerza.

—¿Qué pasa?— pregunta.

No sé porque, pero sin tener idea estaba culpando a ese chico por no ir hoy, y a mí por no ir los dos días anteriores. Era estúpido, era absurdo y seguramente ni siquiera entendible.

Pero me hubiera gustado volver a verlo, me hubiera gustado hablar o más bien discutir con él un poco más, sentirme visible y no solo la hija de la...

—Nat, cielo— me giro en cuanto comprendo que no va dejarme sola.

—Nada.

—No estás así por nada. Te conozco— me doy la vuelta de nuevo, no quiero hablar ahora, ni si quiera quiero estar de acuerdo con mis pensamientos.

Estaba molesta por no ver al chico y al mismo tiempo molesta conmigo por estar molesta por eso. ¿No era eso lo que quería?

Sí, todo un enredo pero yo me entendía o no tanto, daba igual.

—Nat— la insistencia de mamá me hace comenzar a perder la paciencia— habla con tu mamá. ¿Volvieron a decirte cosas sobre mí?

Me quedo observando la pared sin responder, ella y yo sabemos que esos rumores eran reales, pero que ninguna de las dos iba a admitirlo, yo por no herirla y ella por seguir creyendo que yo seguía siendo aquella niña que no entendía nada.

Nuestro lugar.Where stories live. Discover now