Capítulo 6.

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Los murmuros por los pasillos son molestos pero finjo no escucharlos y segur mi camino.

No importa que tanto los ignore, siempre lo hacen.

Cada vez que paso cerca de alguien y se lo que está diciendo o escucho algún comentario recuerdo a Rheys decir que es un estúpido pueblo, escucho su voz, su gritó y esa mirada verde aparece en mi mente de inmediato.

Me gustaría que estuviera aquí, diciendo cualquier cosa que me tuviera pensando cómo rebatir, o solo discutiendo por estupideces.

Camino hasta la casa, estoy por abrir la puerta cuando siento a alguien detenerse detrás de mí.

Heit comienza a ladrar desesperadamente y giro lentamente.

Un hombre mayor de lentes me observa, puedo sentir su horrible mirada recorrerme y me siento asqueada.

—Hola, guapa.

Paso saliva al escucharlo, odio que me digan así, lo detesto.

Me giro ignorándolo y abro la puerta, en cuanto doy un paso él hombre detrás de mí da otro.

Entro a la casa y observo a todos lados esperando que mi madre salga de algún lugar, ¿Dónde está? Debería estar aquí.

—Creo que deberías esperar afuera— señaló hacia la calle.

El hombre se quita su chaqueta y la coloca sobre la mesa, saca una silla y se sienta observando todo a su alrededor, luego sus ojos se posan en mí y puedo sentir su mirada recorrerme las piernas, es una mirada asquerosa.

—¿Cuánto cobras tú?— ladea su cabeza.

—Yo no...

—Puedo darte el doble que le doy a tu madre.

Doy un paso hacia atrás y niego con la cabeza.

Debo huir de aquí, debo salir de aquí, ahora.

Lo veo levantarse de la mesa lentamente y comenzar acercarse, sus ojos siguen pasando por mi cuerpo de esa forma repugnante, como si con solo su mirada pudiera ensuciarme el cuerpo.

Y siento miedo al ver cómo va formándose una sonrisa en su rostro, una sonrisa llena de maldad.

—Eres mucho más guapa que tu madre, mucho más sexy— agranda su sonrisa— seguramente tú debes quitarle todos los clientes.

Solo un paso más, solo eso debe dar para estar cerca de mí y yo no puedo moverme, y pareciera que mi mente quisiera correr pero mis pies no pudieran hacerlo.

Y el pánico me inunda.

—¿No hablas?— da el paso— solo dame un monto por ti guapa, solo dame un precio y te lo daré.

Su mano roza la mía y siento un escalofrío recorrerme el cuerpo, siento asco, me siento sucia.

Alejo la mano de golpe y doy otro paso hacia atrás buscando distancia.

—Váyase— mi voz suena débil— mi mamá no está, váyase.

Vuelve a dar un paso y pasa su mano por mi mejilla, siento el miedo recorrerme el cuerpo tanto que comienzo a temblar, y mi vista se llena de lágrimas que no sé cómo aparecieron.

—Váyase— repito, pero él solo recorre mi rostro con sus dedos.

—No deberías dejar que tu madre pierda clientes tan importantes como yo.

Levanto la mirada y sus ojos tienen algo, algo que me da miedo.

—¿Lo pensarás?— ladea su cabeza tomando mi mentón con sus dedos.

Nuestro lugar.Where stories live. Discover now