Capítulo 9.

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Todos siempre hablan del amor incondicional de los padres a los hijos, pero olvidan de cómo a veces los hijos aman a sus padres de esa forma, sin importar nada.

Yo amaba a mamá, la amaba siendo lo que era, aun cuando no me gustaba y sabía que no era algo bueno.

Pero ella era todo lo que yo tenía en el mundo y eso me hacía aferrarme, amarla y sentir que sin importar nada debía estar a su lado.

Porque era mi mamá.

Así, sin más, no había otra forma de explicarlo.

Verla como parece no importarle acostarse con hombres me parecía un poco extraño, a veces incluso al volver en las noches ella estaba contando el dinero en la mesa con una sonrisa, como si le gustará su día a día.

Como si su vida fuera maravillosa como era, sin cambiar nada.

Y sé que eso puede hacerte pensar mil cosas, pero a mí en cambio solo me crea preguntas, muchas preguntas que deseaba poder entrar a su mente y encontrarlas bajo todas esas cosas que seguramente tenía allí.

Pero como eso era imposible, las dejaba flotando en el aire, les daba un poco de libertad para que no se estancaran en mí, por lo menos no todo el tiempo.

Y así vivía, con una venda en los ojos cada vez mas floja.

—Nat, te estoy hablando— giro mi rostro hacia mamá, quién se está colocando lápiz labial.

Cuando termina hace una mueca frente al espejo y luego se gira a mí con una sonrisa.

—¿Me responderás?— toma su perfume.

—¿Qué cosa?— estaba pensando en tanto que le perdí el hilo.

Ella me da una mirada como si fuera un caso perdido.

—Te preguntaba con quién planeas salir hoy, necesito que vuelvas más tarde.

Ah, claro era eso.

—Daré una vuelta— me encojo de hombros— tranquila.

Camina hacia mí y se arrodilla colocando sus manos en mis rodillas.

—No vuelvas hasta la hora acordada, no me gusta que estés aquí cuando ellos están— asiento.

—Mamá, el otro día...

—Nat, ve a dar tu vuelta, por favor— se levanta, volviendo a la habitación.

Observó el lugar y suelto un suspiro, ignorar la vida que llevamos es lo único que tengo.

Tomo mi bolso, y sin despedirme salgo de casa, Heit ladra al verme así que me agachó pasando mis manos por su cabeza.

—¿Te parece ir a ver al molesto chico?— ladra y yo sonrió— yo también creo que es lo mejor, así que andando.

Camino por el pueblo y al llegar al río veo a varios chicos bañándose, sigo derecho con Heit a mi lado y paso por el pequeño camino hasta llegar al lugar que me hace sentir como si todo fuera de aquí no existiera.

No hay rastros de Rheys, pero seguro debe estar por llegar.

Heit me sorprende en cuanto ladra desesperadamente y sigue el camino por el que llega el castaño, no tardó en escuchar unos pasos y luego veo como trae a Heit en sus brazos mientras lo acaricia.

—Parece que alguien al fin se emociona al verme— sonríe.

—Eso parece— camino sobre las piedras hasta llegar a donde está.

Hoy parece vestido un poco diferente a lo que acostumbra, lleva una chaqueta de botones marón y sus churcos están peinados perfectamente, incluso su cabello se ve brillante.

Nuestro lugar.Where stories live. Discover now