5-SOSPECHAS

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—¿Necesita algo? —cuestionó una enfermera.

—¿Eh? —Xiao Zhan dió un respingo al ser descubierto, y sonrió nervioso—. No, estoy esperando a alguien...

—Entiendo, si necesita algo no dude en decirnos.

La enfermera se despidió del muchacho y regreso a sus tareas.

Xiao Zhan suspiró aliviado, no acostumbraba espiar a las otras personas ni nada parecido, pero el extraño cambio de Wang Yibo esa mañana advirtiendo que se alejaría de él, después de estarlo abrazando durante la noche, le hizo sospechar. Así que en cuanto el castaño se fue por la ventana, Zhan corrió escaleras a bajo y cogió un par de tostadas para desayunar que su madre le dejaba siempre preparado y salió detrás.

Le parecía curioso el que Wang Yibo caminara hacia el hospital, y muchas ideas aparecieron en su mente. Tal vez tenía a un conocido allí, ¿O estaría enfermo?

Lo siguió como una sombra, y grande fue su sorpresa cuando Yibo saludó a Nie Huaisang y se fueron conversando con total normalidad.

¿Se conocían?
¿Cómo era eso posible?

Si ellos sabían de su existencia, ¿Por qué no lo dijeron antes?

Aturdido por tantas dudas, continuó siguiendo al castaño hasta el siguiente piso, y como si de un rayo golpeando su pecho se tratara, un dolor extremadamente punzante tocó su corazón al ver a Wang Yibo, Yubin, Haikuan, Huaisang y a otra muchacha conversando. Su respiración se agotó, y antes de poder decir algo que alertara a alguien, se desplomó en el suelo inconsciente.











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Un lobo de pelaje oscuro caminaba arrastrando sus patas sobre el pasto, con los ojos enrojecidos y una de sus patas lastimada. Se podía notar el cansancio en su andar, pero aún así no se rendía usando sus últimas fuerzas por seguir su camino con el peso que llevaba encima. Una gota de sangre cayó cerca de una de sus patas delanteras, y asustado alzó la vista hacia atrás, viendo como el muchacho que llevaba en su espalda tenía una expresión de dolor mientras aún perdía sangre.

El lobo olfateó al azabache y apresuró su andar, aguantando el dolor de su cuerpo herido, pero sin poder contener un chillido lastimoso. Minutos después, al llegar a una pequeña casa que parecía abandonada, se desplomó frente a la puerta dando un último aullido. Ese era el sonido que los lobos de su manada conocían perfectamente, era un grito de suplica por ayuda.

Rápidamente cuatro lobos más aparecieron cerca de él, corriendo a toda prise saliendo desde el bosque que daba al pueblo, las montañas y el lago. Se reunieron a su alrededor y aullaron alertando a la loba que faltaba para que regresara pronto.

Los lobos cambiaron de apariencia, un muchacho de cabello pelirrojo, dos de cabellos oscuros y una muchacha de cabello negro. Se aproximaron al azabache que yacia en el lomo del otro lobo, y lo levantaron del suelo para llevarlo dentro de la casa, dejandolo recostado en un viejo sofá y saliendo nuevamente a fuera para auxiliar al lobo, que ya empezaba a regresar a su forma humana.

—¡Hermano! —exclamó la muchacha de cabello negro revisando sus heridas—. Debemos llevarte dentro para curarte, ¿Puedes sostenerte de mi?

—Nosotros lo llevaremos a dentro.

—No —instó levantándose con dificultad—. Yo estaré bien...deben ir con Zhan...

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