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Renuncia de derechos, los personajes que salgan aquí son de sus respectivos autores.

"¿En serio?"

El azabache preguntó con una mueca de aburrimiento mientras veía su reflejo en un espejo estando Mei y Melissa a su lado.

-Oh, pero si te queda bastante bien Goku-san -profirió Melissa con una sonrisa y Mei asintió satisfactoriamente cruzando ambos brazos.

En efecto, le quedaba bien.

-¿A que sí? Pero Goku odia todo lo que no sea su dogi, me costó hacer que vistiera otras cosas diferentes -habló la pelirrosa mirando al chico.

Goku sonrió nerviosamente.

Él estaba vestido con una camisa blanca con corbata, pantalones negros y zapatos mientras su pelo estaba erguido debido a la gomina.

Sí... él odiaba estar vestido así.

Se sentía bastante raro sin su dogi.

-Mi dogi es sagrado -expresó un chibi Goku sacándole la lengua a Mei, quien vio esto con una vena de enfado creciendo en su sien.

-Tu comida también es sagrada, ¿no? ¡¿Qué pasaría si te la quito?! -Mei sonrió al sacar la carta prohibida de su arsenal contra Goku.

Pero aquello no asustó al azabache.

No... ese truco ya no funcionaba con él.

-Pues la compraré con el dinero que gano trabajando -contestó Goku encogiéndose de hombros, después de todo era su dinero.

Y lo ganaba con su sudor.

Mei abrió sus ojos ante aquella respuesta, ¿desde cuándo Goku se había vuelto capaz de refutarla? Esto sin duda era algo inaudito...

Goku había cambiado.

Clap.

Melissa dio entonces una ligera palmada logrando así que los dos que habían estado discutiendo, centraran sus ojos en ella.

Había conseguido su propósito.

Que ambos le prestaran atención.

-¿A qué hora debes irte? -preguntó Melissa mirando al pelinegro, quien se rascó la nuca sonriendo- No me digas que lo olvidaste...

Mei suspiró negando.

Era Goku después de todo.

-No, creo que era... -el chico se llevó la mano a la barbilla pensativo- Zona residencial de Ryōshi, tercer edificio a las nueve... ¡sí, era eso jajaja!

Goku saltó de alegría tras recordar lo que le había dicho Endeavor, Melissa sonrió al verle; Goku era un chico con el corazón de un niño.

Y eso le hacía alguien único.

-Ryōshi... eso es a las afueras de Musufatu según veo -indicó Melissa mirando el mapa desde su teléfono, no parecía estar lejos.

-Entonces tienes que salir ahora, Ryōshi está a media hora de aquí... ¿tienes dinero para taxi? -le preguntó Mei y Goku volvió a rascarse la nuca.

-Lo siento, es que había una oferta de ohagis y no pude resistirme... -habló Goku bajando la mirada y Melissa soltó una ligera carcajada.

Mei negó nuevamente.

Ya sabía que diría eso pues tras ocho meses viviendo con Goku, día tras día, le conocía a la perfección, y seguro que Goku también a ella.

Aunque de eso no estaba segura...

TravesíaWhere stories live. Discover now