12.

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—¡Ese disparo debe haber sido a cien millas por hora! —Dijo el padre de Zhan.

—Mierda, Yibo, vamos. Levántate.

Yibo estaba inmóvil sobre el hielo en posición fetal, con una pierna moviéndose lentamente hacia dentro y hacia fuera. Zhan se sintió mal. Quería bajar corriendo y saltar por encima del cristal.

—¿Le dio en la cara? —, preguntó alguien detrás de él en voz alta.

No... Zhan se quedó con la boca abierta.

—No, tal vez las costillas—, dijo alguien más.

Dios. 

Yibo rodó, Zhan pudo ver su cara. Tenía los ojos muy abiertos, la boca abierta y jadeante.

—¡No puede respirar! —Zhan dijo a la nada y a nadie. —¡No puede respirar! Necesita...

Yibo apoyó una mano enguantada en el hielo, haciendo fuerza antes de ponerse lentamente de rodillas. Tenía un gesto de dolor, con los ojos cerrados, pero parecía respirar. Se rodeó con un brazo, sujetándose el costado. Uno de sus compañeros enganchó su brazo bajo el suyo y lo ayudó a levantarse.

Yibo patinó lentamente fuera del hielo, apoyado por su compañero de equipo, mientras el público aplaudía.

Zhan se dejó caer en su asiento con alivio. Está bien. Está bien. 

Su papá le puso una mano en el hombro y apretó.

—Es muy fuerte.

—Sí—. Zhan exhaló. Observó cómo Yibo era escoltado por el médico del equipo por el pasillo detrás del banco.

El partido continuó, pero Zhan ya no prestaba atención. Mantenía la vista en el banquillo, atento a cualquier señal del regreso de Yibo. Los segundos finales se agotaron y el partido terminó 3-2 para los Admirals. Yibo nunca volvió del vestuario. Zhan no estaba seguro de lo que podía hacer. Se suponía que iba a ir a casa de Yibo esta noche, pero...

Mientras él y su padre salían del estadio, Zhan le envió un mensaje a Yibo.

Zhan: Dime que estás bien. 

No hubo respuesta, lo que Zhan ya se esperaba. Probablemente Yibo no estaba cerca de su teléfono en ese momento.

Su padre dijo: —Wang tiene corazón, eso es seguro. Ese acto de abnegación pudo haberles hecho ganar el partido.

Zhan se mordió el labio.

—Sí...

Caminaron a duras penas por las aceras cubiertas de nieve desde la estación de metro hasta su casa. Se sentía mal por no poder disfrutar de la compañía de su padre en este momento. Había pasado una tarde estupenda, pero ahora estaba completamente preocupado.

Llevaban casi una hora en casa antes de que Zhan recibiera una respuesta de Yibo. 

Yibo: Estoy bien. Un feo moretón, pero bien. Me dirijo a casa ahora. 

Zhan se sentó en su cama, con fuerza.

Zhan: Bien. Me has asustado. 

Yibo: Lo siento. Parecía peor de lo que era, probablemente.

Zhan frunció el ceño.

Zhan: ¿Aún quieres que vaya?

Su teléfono sonó un segundo después.

—Sí —, dijo Yibo.

—¿Seguro?

—Estoy seguro. Quiero decir... No sé si podré... hacer mucho.

S5.Where stories live. Discover now