-Papa mi compañero es muy pequeño no lo quiero, de que puedo hablar con él ni siquiera sabe escribir.
-Surin tranquilo de todos él es el mejor te lo aseguro.
-No, no lo quiero lo rechazo.
Los cambios que estaban dando a la nueva manada de Mew, lo tenían bastante ocupando, mucho de los arreglos eran de los territorios que tomaría para su nueva familia, él y su Padre estaban reuniendose con varios lideres de otras manadas para dejar todo en regla.
Gulf, estaba al cuidado de sus pequeños, como buen Padre y Omega les enseñaba los modales, de como comportarse frente a la sociedad, el como caminar y sobre todo sus técnicas de combate las tomaban en las tardes con su tío Surin, el tiempo que pasaban los siete hermanos era de calidad, lo que mas amaban los pequeños era estar juntos.
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En la casa del Sr. Kanawut los recuerdos regresaban pues desde el día que el alfa y lider Tian vió a su ultimo nieto no dejo de pensar en el y en su hijo, Gulf.
No entendía por que los recuerdos regresaban, ya era mucho el tiempo que su mente lo atormentaba y cada dia se sentía más cansado mentalmente así que decidió pasar un tiempo en su casa sin visitar a su hijo y sus amados nietos.
—Nina traeme un té de manzanilla.
La mujer caminó rápido a la cocina para preparar el té y no hacer esperar mucho al alfa; no pasó mucho tiempo cuando ya estaba caminando a su despacho nuevamente con una bandeja donde llevaba el té con un poco de miel.
Al entrar, pudo ver al hombre parado frente a una gran ventana que estaba en su despacho, al percatarse de que su ama de llaves cerró la puerta después de entrar, se dió media vuelta para poder sentarse en su sillon grande que tenía.
—Señor ¿le pongo miel a su té?
—Que pregunta es esa Nina, si tienes años preparandolo con miel.
—Claro es verdad, disculpe es la costumbre.
Preparó el té y caminó directo a la puerta para retirarse cuando la voz del alfa la detuvo.
—Sientate necesito hablar con alguien y dado a tu antiguedad a mi servicio creo que eres la indicada.
Nina, con algo de timidez se paró frente al hombre de cabellos negros.
—Sientate no te quedes parada.
—Claro, Señor.
Y al instante el alfa tomó su té y tomó un poco dejando la taza de porcelana nuevamente en la mesita, para después recostarse en el sillon.
—Nina es mucho el tiempo sin ella, estoy cansado de estar solo... es mucho lo que la he llorado y es mucho lo que me he retenido para no traer a alguien a mi vida.
La pausa que dio el alfa, puso de nervios a la mujer que en cierta manera no era muy mayor, solo que su forma de vestir la hacia verse grande, tal vez tendría unos cuarenta y seis, años y el alfa tenía cuarenta y nueve.
