Capítulo 4

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—¿Jin Ling? ¿Dónde estás? ¡Jin Ling!

Una voz tan demandante lo hizo estremecer desde su escondite. Había huido de su tío Jiang desde que llegó en su visita.

Su madre había avisado sobre su llegada, al igual que los perros espirituales que lo seguían. Jiang Cheng era tan serio que podía llegar a causar miedo, pero seguía siendo su tío.

Fue con él su primera vez que aprendió a nadar, además de su baba, pero no le diría eso a cualquiera, ya sería delatar las claras burlas que tendría de su padre. Eran en las visitas del tío Jiang que su baba no aparecía, incluso su padre parecía renuente a estar en las cenas en su presencia.

No parecían llevarse muy bien. Pero, Jiang Cheng era su tío, y Jin Ling lo quería.

—¡Aquí estás mocoso! —lo escuchó decir, mientras lo tomaba de su túnica, colocándolo sobre su hombro.— pensaste que esconderte aquí te salvaría de entrenar.

—¡Tío Jiang!

—¿Qué? Tu madre no te salvará de esto, y mucho menos el pavo real que tienes como padre. Así que vamos, ya estás grande.

Jin Ling pataleó mientras era llevado hasta el centro del campo, dónde los demás discípulos lo observaban y murmuraba. Estaba seguro de que perdería la poca cara que aún mantenía como heredero.

—¡Tío Jiang! ¡Ya bájame!

Y así lo hizo, tomando el arco que sostenía un sirviente para dárselo a Jin Ling. Amaba entrenar, incluso con los gritos e insultos que formaban parte del vocabulario de Jiang Cheng. Ignorando todo lo demás, era entretenido ser entrenado por él.

Siendo tan joven, y por las circunstancias de la caída del sol, se convirtió en líder, haciendo surgir el muelle de loto de las cenizas a las que fue sumergido por el desaparecido clan del sol. Se había convertido en una buena leyenda para la nueva generación.

Aunque no podía compararlo con la fuerza de Wei Wuxian, su baba, inclusive si las personas pensaban en él como alguien malo, a quienes aún podían saber la verdad de quién fue en realidad. El poder que mantuvo cuando fue el discípulo principal de Yummeng Jiang.

Cómo lo fue su padre, su madre y ahora, él.

—Tío Jiang, ¿Cómo era Wei Wuxian?

Era un tema delicado lo sabía, a su baba lo culpaban de haber traicionado a sus abuelos. Pero, quizás Jiang Cheng podía conocerlo mejor, después de todo eran como hermanos. Así decía su madre. Tan unidos, corriendo por el muelle, recogiendo semillas de loto y cazando como si no hubiera un mañana. Su madre, adoraba esos recuerdos, mientras pelaba las semillas, su mirada brillaba y no dejaba de sonreír.

Antes de que la guerra estallara.

La cuerda en el arco de Jiang Cheng se tensó al momento de lanzar la flecha, la cual atinó en el centro. Para después mirarlo, dejando que sus oscuros ojos cayeran sobre él, apretando los labios, como si odiara responder.

—No vuelvas a mencionar su nombre, ¿Escuchaste? ¡¿Escuchaste?!

Jin Ling asintió tan serio como él, lo vio partir mientras los demás murmuraban. El menor bufo tirando su arco, y corrió hasta donde podría estar su padre. Aún no podía ver a su baba, no cuando su molesto tío rondaba la secta.

¿Qué lo molestaba? ¿Por qué si suponía que eran familia?

La familia no traiciona. Su baba no lo traicionaría.

—A-die —llamó Jin Ling en la puerta de su oficina. Está fue abierta de inmediato dejándolo entrar, notando la mirada preocupada de este último. La puerta fue cerrada, mientras las preguntas llovieron.

La oscuridad que los protege; XuanXianWhere stories live. Discover now