Extra II

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Aún parecía una ilusión que él estuviera a su lado, riendo y quejándose en voz alta a medida que pasaba el tiempo. Ninguno de los tres tenía prisa por llegar a la secta; no, primero necesitaban verlo, saborear cada momento como si temieran despertar. Sería el sueño más hermoso si lo hicieran.

—¿Por qué siguen mirándome así? —preguntó Wei Ying, ladeando la cabeza mientras notaba que ni siquiera tocaban las tazas de té que Mo Xuanyu había servido antes. Apenas parpadeaban en su dirección—. ¿Qué pasa, chicos?

—Parece que baba no es real —respondió Jin Ling, bajando la mirada y lanzando miradas furtivas como si temiera que desapareciera.

—¿Estamos soñando, verdad? —añadió Jingyi.

—Creo que a-niang debe explicarnos.

—Oh, me llevará tiempo explicar algo que ni yo entiendo bien... pero les aseguro que no me iré, ni desapareceré. Veré cómo crecen, se casan y los mimaré todo lo que quiera.

—Joven maestro Wei, debería ver al líder Jin —le recordó Wen Ning, a su lado, viendo cómo su amigo suspiraba y su sonrisa crecía.

—Baba sigue enamorado.

—Ambos lo están.

Sizhui asintió, pero a diferencia de sus hermanos, caminó hacia Wei Ying y se arrodilló frente a él. No le importaba lo que los demás pensaran. Ocultó su rostro en las piernas de su progenitor. Era real. Todo era real. Sonrió cuando las caricias calmaron los latidos apresurados en su pecho. Escuchó la risa de su a-niang y sintió el peso adicional molesto arriba. Las voces de sus hermanos buscando molestarlo con futuras bromas, pero sabía que, como él, también estaban seguros de su presencia.

Él estaba allí.

—Dada... el tío nos dejó castigar a los ancianos.

—¿Lan Zhan lo permitió?

—Bueno —interrumpió Jin Ling—. No los castigamos personalmente, pero fue un buen castigo por haber sido tontos con mis hermanos.

—A-die dijo que podría matarlos, pero que era mejor que sufrieran en silencio —Sizhui se estremeció ante la idea, luego sonrió—. Sus núcleos fueron sellados. Habrían visto sus caras cuando supieron que no volverían a cultivar.

—¿Qué les pasó todo este tiempo? ¿Dónde están mis hijos inocentes? ¿Quién los corrompió? -se lamentó en voz alta, casi como si pudiera derrumbarse de la sorpresa. 

Los tres rieron ante sus palabras y se abalanzaron sobre él para molestarlo más. Wen Ning lo sostuvo para que no cayera al suelo. Mo Xuanyu sonrió desde su lugar, adorando la imagen ante él. Su Shizun, su familia, estaba completa y feliz.

Pero lo que deseaba más era ver la cara de su querido hermano. Zixuan había abandonado cualquier alegría en su rostro y aunque sonreía con sus hijos, la felicidad nunca era completa. Sabía que la imagen de su Shizun fue algo que atesoró durante su tiempo oculto como una sombra. Se aferró al amor que sintió desde el principio, esperando en las noches a que apareciera entre las sombras que ocultaban Lanling Jin, un estado que no deseaba para nadie. Anhelar a quien más amaba hasta que llegara el momento adecuado para unirse en el más allá.

—Entonces... ¿A-yu está saliendo con Huaisang? —Xuanyu se sobresaltó, volviendo de sus pensamientos, mientras veía cómo Wei Ying alzaba una ceja de manera sugerente—. ¿Qué te gusta de mi asustadizo amigo?

—¡Shi- Shizun! —exclamó, sintiendo cómo sus mejillas se calentaban, deseando esconderse de todos en ese momento.

—Tranquilo, hablaré con él para que te trate bien. Si no lo hace... —una leve chispa carmesí brilló en sus ojos grisáceos—. Soy una muy buena madre, ¿puedes recordarlo?

La oscuridad que los protege; XuanXianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora