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Narrador pov.

Emma se despertó emocionada a primera hora después de haber dormido cómodamente. Miro a Charlie que todavía seguía dormido y sonrió sin poder evitarlo.

Cerró despacio la puerta del baño
para que Charlie no despertara. Realmente se sentía demasiada eufórica por salir con Charlie y tener un tiempo a solas con él. Abrió él grifo del agua caliente de la ducha, necesitaba relajarse un instante. Al final, no pudo dilatarlo más. Cerró el grifo del agua y se secó con la toalla apresuradamente, se vistió y volvió a frotarse su cabello negro con la toalla y luego se peino.

Al bajar observo a Edward en la puerta saludando a Bella.

-Buenos días Emma, ya me voy, por cierto pasa un buen día con Charlie.-Emma asintió con una leve sonrisa al tiempo que la castaña salía de la casa.

-Se nota que hoy alguien se levanto demasiada emocionada.-Charlie miró a la pelinegra, que seguía con su taza de café caliente en sus manos. Emma volteó a verlo.

-¿Acaso tu no lo estas?.-inquirió Emma frunciendo el ceño, tomó otro sorbo de café, esperando ansiosamente la respuesta de Charlie.

-Si lo estoy.-se apresuró a decir Charlie, provocando que Emma sonriera.

-Estaba pensando en que que tu eligieras un lugar y yo otro.-sugirió Emma dejando su taza de café en la mesa.

-Esta bien, estaba pensando en ir a la Push.-Comentó Charlie.

Entre La Push y Forks había menos de veinticinco kilómetros de densos y vistosos bosques que bordeaban la carretera. Debajo de los mismos serpenteaba el caudaloso río Quillayute. Emma Había visto las playas que rodeaban La Push pocas veces, cuando lograba escaparse de su casa, recordaba la playa en forma de media luna de más de kilómetro y medio de First Beach.

Seguía siendo impresionante. El agua de un color gris oscuro, incluso cuando la bañaba la luz del sol, aparecería coronada de espuma blanca mientras se mecía pesadamente hacia la rocosa orilla gris.

Las paredes de los escarpados acantilados de las islas se alzaban sobre las aguas del malecón metálico. Estos.alcanzaban alturas desiguales y estaban coronados por austeros abetos que se elevaban hacia
el cielo.

La playa sólo tenía una estrecha franja de auténtica arena al borde del agua, detrás de la cual se acumulaban miles y miles de rocas grandes y lisas que, a lo lejos, parecían de un
gris uniforme, pero de cerca tenían todos los matices posibles de una piedra: terracota, verdemar, lavanda, celeste grisáceo, dorado mate.

La marca que dejaba la marea en la playa estaba sembrada de árboles de color ahuesado, a causa de la salinidad marina, arrojados a la costa por las olas. Una fuerte brisa soplaba desde el mar, frío y salado. Los pelícanos flotaban sobre las ondulaciones de la marea mientras las gaviotas y un águila solitaria las sobrevolaban en círculos. Las nubes seguían trazando un círculo en el firmamento, amenazando con invadirlo de un momento a otro, pero, por ahora, el sol seguía brillando espléndido con su halo luminoso en el azul del cielo.

Sin duda Emma estaba disfrutando de la vista, Charlie puso sus codos sobre sus rodillas mirando a Emma con una sonrisa en el rostro.

¿Podía intentar estar en una relación una vez más?

Charlie nunca lo había pensado, después de que se divorciara de Renée  y ella se llevara a Bella, decidió concentrase en su trabajo.

Y sin duda alguna Emma lo hacía sentirse feliz.

-Eres muy bonita cuando sonríes.-dijo Charlie sin detenerse a pensar.

Emma sintió ruborizarse, algo raro en ella, al escuchar las palabras de Charlie.

-¿De verdad lo crees?.-pregunto Emma sin atreverse a mirar a Charlie.

-Yo si... Supongo que... Es decir.-Carraspeó sintiéndose ridículo.-por supuesto, eres una mujer muy hermosa Emma.

-Gracias, se que no eres bueno con estas cosas así que significa mucho para mi que hayas dicho eso.-Emma le agradeció y ambos sonrieron.

-¿Puedo abrazarte?.-pregunto Charlie tímidamente.

Es tan considerado

Pensó Emma enternecida por su pregunta.

-Sabes que si.-contestó la pelinegra. Y sin más ambos se acercaron hasta abrazarse.

Él abrazo se sintió como una eternidad y como un instante al mismo tiempo para ambos.

Él dulce aroma de Emma ya era algo a lo que se había acostumbrado, pero no lo hacía menos agradable. Él cabello sedoso que se asentaba ahora contra su mejilla le hacía picar los dedos con él deseo de sentir con la yema de sus dedos los mechones del cabello negro de Emma.

-Eres un tramposo ya no fuimos al lugar al que yo quería.-dijo Emma mientras Charlie conducía de vuelta a casa.

-Te recuerdo quien era la que quería quedarse.-repuso Charlie con cierta diversión.

Y no me arrepiento de nada

Pensó Emma recordando todo lo que había pasado, después de todo al menos sabía que había una posibilidad de que Charlie correspondiera a sus sentimientos.

Al llega a casos ambos estaban sonrientes

- ¿Bella?.-llamó Charlie pensando en todo lo que había pasado.

-Estoy aquí.-contestó Bella. Emma noto como temblaba al ver como la leche se agitaba al dejar su vaso. Tanto Emma como Charlie se sentaron sintiéndose algo agotados.

Después de cenar, Emma observo como Bella parecía ansiosa por irse a su habitación.

- ¿Qué tal les ha ido el día?.-preguntó la castaña con precipitación.

-Bien. Emma y yo fuimos a la Push.-respondió Charlie.

-Y tu papá cree que cuando sonrió me veo bonita.-agregó Emma mirando a Charlie, el jefe Swan desvió la vista algo avergonzado.-¿Qué tal tú? ¿Hiciste todo lo que querías hacer?.

-En realidad, si. También disfrute salir un momento.-respondió Bella.

-Ha sido un gran día.-coincidió Charlie.

-Si realmente lo ha sido pero también estoy agotada.-admitió Emma.

- ¿Tienes prisa?.-preguntó Charlie al ver como Bella estaba subiendo rápidamente las escaleras.

-Sí, estoy cansada.-respondió la castaña, aunque Emma no le creyó.

-Pareces nerviosa.-comentó Charlie.

-Ella realmente parece cansada Charlie y también nosotros necesitamos dormir.-interfirió Emma,  después hablaría con Bella.

-Buenas noches, cielo.-se despidió Charlie. Aunque sin duda, iba a estar atento toda la noche, a la espera de ver si se escapaba.

-Te veo mañana, papá.-Se despidió Bella entrando a su habitación. Emma puso una mano en el hombro de Charlie.

Charlie había decidido que era tiempo de intentar ser feliz nuevamente.

Charlie había decidido que era tiempo de intentar ser feliz nuevamente

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𝑴𝒂𝒓𝒓𝒊𝒂𝒈𝒆 𝒐𝒇 𝒄𝒐𝒏𝒗𝒆𝒏𝒊𝒆𝒏𝒄𝒆 | 𝑪𝒉𝒂𝒓𝒍𝒊𝒆 𝑺𝒘𝒂𝒏Where stories live. Discover now