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Cinco adultos discutían sobre la repartición de habitaciones en el hotel de su propia firma; mientras que otros pubertos estaban sentaditos en el sofá de espera con su cabeza gacha. El hotel era extremadamente grande, los 6 chicos le calculaban como 10 áreas distintas incluyendo el comedor.
—Tengo hambre.— rompía el silencio la mayor.
—Oigan.— llamo Sana inquieta y a quien olímpicamente ignoraron.
—Después de haberte comido 7 piezas de pollo ¿Sigues teniendo hambre, Jisoo?— pregunto incrédula Chaeyoung ante lo que sus ojos no podían creer.
—Ese era el postre.— puchereo.
—Oigan.
—¿Cómo carajos eso sería el postre?— cuestionó ignorando completamente a la nipona.
—Oigan.
—La verdadera pregunta es ¿Por qué no sería el postre?— pregunto e inmediatamente la menor guardó silencio; tenía sentido.
—Oigan.
—Sana, vienes diciendo "oigan" desde hace media hora, ¿Que sucede?— chasqueo Dahyun con su última gota de paciencia.
—El señor de allá.— los seis chicos voltearon desconcertados hacia donde apuntaba su amiga; un señor alto cuarentón con apariencia extranjera los veía desde la otra punta morbosamente.
Sus miradas ahora buscaban entre la multitud a sus mayores en busca de ayuda.
—Eww, viene hacia acá.— aviso Chaeyoung asqueada, escondiéndose entre las chicas.
Todos voltearon de nuevo sin ninguna pizca de disimulo, Dahyun estaba segura de haber oído un cuello tronar entre ellos.
—¿Vienen solos?.— pregunto aquel hombre con un tono de voz coqueto.— un gusto conocerlos.— extendió su mano hacia ellos como saludo.
