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—Nayeooon.— llamaba la coreana más baja quien alargaba la última vocal del nombre de su aún no novia.
La castaña solo seguía ignorandola con el celular en mano y su trasero en la orilla de la cama tratando de enviarle mensajes de disculpa a su padre.
—Nayeon.— dijo su nombre con fastidio una última vez.
La castaña levanta su rostro al sentir las piernas de Dahyun posicionarse sobre ella; su mirada bajo de los ojos ajenos a los pechos sin descaro, Dahyun no era muy concurrente con prendas escotadas.
—Mis ojos están arriba.— bufó divertida.
—Lo se.— jadeo con unas ganas terribles de ahogarse en sus tetas.
No tardó en llegar una pequeña cachetada en la mejilla regordeta de la estadounidense para que al fin le prestará un poco de atención.— ¿Era tan necesario golpearme? — desvío la mirada sobando su piel.
—Si.— respondió sin mucho interés.
—Eres jodidamente odiosa.— rodo los ojos no sin antes tratar de sacar a la pelinegra de sus muslos.
—De todos modos te gustó.— nayeon formó una "o" con la boca ante lo dicho.
Mentira no era pero su orgullo no lo admitiría.
—¿Por qué estás tan segura?— pregunto la castaña con la curiosidad a flote, tratando de no reir.
—Írias por mi a dónde sea que me encuentre. Eso da mucho que decir.— paso sus brazos por detrás del cuello de su mayor, acercando sus pechos al rostro ajeno.
—Solo fue una vez.— resoplo, sus manos comenzaban a recorrer la figura esbelta de la pelinegra hasta llegar a sus glúteos y apretar suavemente.
—Con una vez es suficiente para demostrar que te gustó.— Nayeon rió entre dientes, ella tenía razón.
—Tal vez.— sus manos empujaron el trasero de Dahyun hacia su abdomen, sin dejar espacio entre ellas, sus respiraciones chocantes igual que sus miradas; comenzaban a estar tan cercas que ninguna podía adivinar que corazón era el que latía más fuerte.
En realidad, sus corazones eran uno solo, estaban perfectamente sincronizados.
—Te quiero.— pronunció Dahyun con delicadeza, sus ojos brillantes y labios apetecibles fueron demasiado tentadores para la pobre alma en pena de Nayeon.
Dahyun.
Mi corazón se sentía tan cálido que las palabras "te quiero" eran un telón a lo que realmente sentía; nunca me asusto el hecho de amarla, me asustaba que la empezaba a amar más de lo que alguna vez me amé a mi misma.
