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La castaña junto a la coreana más baja habían llegado por fin al departamento que compartían con sus amigos en los angeles.
Dahyun estaba siendo jalada por su ahora esposa de la mano mientras que trataba de procesar el papel que tenía en su mano libre, aún no caía en cuenta que se había casado en las Vegas con su maestra.
—Tal vez Momo se salvó de haberla matado en el embarazo de mi madre pero ahora no tiene escape.— murmuro la castaña amenazante aún sosteniendo la pequeña mano de su esposa.
—¿Debería ofenderme el hecho que quieras matar a tu hermana solo por qué te caso conmigo?— pregunto claramente ya ofendida su contraria.
—Calla, esto es un conflicto de adultos.— respondió Nayeon, volteando a ver a su esposa para dejarle un casto beso en los labios.
—Hare como que no escuché lo que dijiste y me quedaré con el detalle del beso.— reflexiono.
La estadounidense solo ignoro sus palabras para caminar a paso rápido hacia el departamento. Cuando llegó está simplemente abrió la puerta asustando a los presentes que se encontraban al otro lado de está.
Soltó la mano de Dahyun y camino hacia la chica de ojos felinos que se encontraba dándole de comer a Camila.
—Dame esto.— ordenó Nayeon, quitandole una tortilla de harina de las manos ajenas.
—¡Hey!— se quejo al ver cómo la castaña le quitaba la única tortilla que había encontrado en el refrigerador y con arduro trabajo no quemó.
La recién casada camino hacia Mina con firmeza junto a la tortilla tibia en su mano con ganas de matar a cualquiera de un tortillazo.
Su objetivo principal era la nacida en texas ya que cuando la coreana de las casadas se despertó, una nota en la mesita de noche decía "El círculo rojo en tu mejilla fue regalo de bodas de Mina".
Mina había cacheteado a una Nayeon inconsciente y Nayeon no quería terapia, quería venganza.
Todos los presentes escucharon el ruido de una tortilla impactar en la mejilla de la pelinegra, la mitad de la tortilla había salido volando y Mina quedó viendo pajaritos en el techo.
-—¡Mi novia!— gritaba la hermana menor de las Im.
—¡Mi tortilla!— lamentaba la chica bajita de ojos felinos al ver volar un pedazo preciado de la tortilla que había encontrado en el refrigerador.
