40. Yo te amé, Jaehyun.

4.2K 690 554
                                    

Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Primera parte:
Capítulo 40. "Yo te amé, Jaehyun"

Para ser una mañana de fin de semana, todo se encontraba bastante tranquilo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Para ser una mañana de fin de semana, todo se encontraba bastante tranquilo.

Bueno, no todo.

Tenía a un Jaehyun llorón siendo víctima de las burlas de su pequeño hijo.

—¡Doyoung! —se quejó Jaehyun. —Tu hijo me está diciendo que mi camisa está fea, dile algo.

—Jeno, tienes toda la razón.

—Por eso te terminé —le sacó la lengua.

—Ni siquiera fuimos novios —Doyoung le devolvió el gesto.

—Tu indiferencia me lastima.

—Tu nula capacidad de pensar me lastima a mí.

—¡Jeno! —gritó el niño, saliendo de la pequeña piscina de pelotas que su padre acababa de instalar.

Ambos padres vieron al pequeño y comenzaron a reír, Jeno ni siquiera le prestó importancia, el siguió jugando con sus pelotas, mordiendo algunas de vez en cuando.

—¿Te imaginas si, por alguna extraña razón, hubieses sido mi novio? —preguntó Jaehyun sin quitar la vista de su hijo.

—No podría, eres un dolor en el culo —mumuró con cariño, haciendo reír a su acompañante. —Pero me alegra que después de todo sigas siendo mi amigo, Jaehyun.

—Te prometí que siempre estaría ahí. Y creo que no te he fallado en ese aspecto.

— 🦋 —

Doyoung se encontraba dando vueltas de un lado a otro por su habitación, la prueba de embarazo colocada sobre su mesita de noche junto a los exámenes del doctor, eran su gran tortura ahora mismo.

Había decidido el día anterior hacerse una prueba con su doctora de confianza porque ya no le tenía fe a las pruebas de embarazo que vendían en la farmacia. Vaya sorpresa se llevó al ver que había más positividad en sus resultados que en su vida.

Su mente de cacahuate no le permitía recordar muy bien las cosas que había hecho durante esos tres meses, pero podía recordar vagamente aquella salida que tuvo con uno de sus amigos.

A lujo de detalle.

Tenía que ser su hijo, no se había acostado con nadie más.

Y no era ese tipo de persona que se acostaba con alguien diferente cada fin de semana. No porque no quisiera, más bien porque le daba bastante miedo.

Admiraba a las personas que podían hacerlo, sinceramente.

—¿Qué haré ahora? —susurró, para no despertar a sus otros hijos.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora