38. Mi amor.

3.2K 502 156
                                    

Las bendiciones de Doyoung.
Versión editada.
Segunda parte:
Capítulo 38. "Mi amor"

Doyoung se encontraba realmente maravillado con el paisaje que podía observarse a través de la ventana que se encontraba en la cabaña, John había decidido rentar en ese lugar, un poco alejados del ajetreo de una ciudad, porque su único propósito e...

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Doyoung se encontraba realmente maravillado con el paisaje que podía observarse a través de la ventana que se encontraba en la cabaña, John había decidido rentar en ese lugar, un poco alejados del ajetreo de una ciudad, porque su único propósito en ese viaje era descansar de toda la vida de adulto que llevaban.

Habían llegado hace un par de horas, y después de tomar una pequeña siesta para descansar un poco mejor, ahora estaban ahí, sentados en uno de los sillones de aquella sala de estar, John con una taza de café en manos y Doyoung con su preciado té, en un silencio bastante cómodo.

El mayor comenzó a jugar con sus pies cubiertos con los calcetines, pateando con suavidad a su esposo y logrando sacarle un par de risas llenas de cariño.

A John le gustaba verlo de esa forma; sin preocupaciones, simplemente siendo el mismo a su alrededor, riendo de cualquier acción tonta y sonriendo, con ese característico brillo en sus ojos, aquel que le gustaba comparar con estrellas. ¿Cómo no estar perdidamente enamorado de ese hombre? Si tenía todo para ser perfecto, incluyendo una belleza extrema.

Su esposo pareció darse cuenta de que había estado observándolo durante un buen tiempo, ya que recibió un pequeño empujón, haciendo que John automáticamente bajara la mirada, entre risas y sonrojado por completo.

Por fin estaban bien de nuevo.

—Mi lindo esposo —susurró Johnny, haciendo que Doyoung dejase de ver la ventana para voltear a su dirección y acurrucarse entre sus brazos. —¿Qué me hiciste? Cuando estoy contigo parece que no existiera nadie más, ¿Acaso eres una sirena? ¿Me has hechizado con tu voz? Tal vez son tus ojos... —John comenzó a acariciar la mejilla de su esposo, haciéndolo sonreír con un poco de pena. —O tus besos.

—O mi comida —se burló el pelinegro cuando su esposo lo tomó del mentón. Automáticamente le sacó la lengua y John simplemente se soltó a reír por la ternura que le causaba.

—Tal vez tu comida, en verdad cocinas bastante bien —se acercó hasta que ambos pudiesen sentir sus respiraciones, John quería seguir riendo por las sensaciones que le recorrían el cuerpo, podía notar el nerviosismo de Doyoung y sus inmensas ganas de que lo besara de una buena vez. Pero se sentía con la necesidad de seguirle diciendo cosas bonitas. —Me encanta tu personalidad tan única y salvaje al mismo tiempo, tan lindo que te miras cuando quieres fingir estar enojado.

—Si puedo fingir —se quejó Doyoung, frunciendo sus labios para que su esposo le diese un beso. —Johnny.

—No puedes —dijo en tono burlón, manteniendo al pelinegro en su lugar. —Cuando te enojas eres un peligro completo, pareces acuchillar a las personas con tus ojos y nadie puede orbitar a tu alrededor sin salir regañado. También sueles cruzarte de brazos, con tus cejas parecidas al pajarito de angry birds —burló, tocando el entrecejo del menor con el dedo de su mano libre. —Y si algo no te parece alzas una sola ceja, disconforme por la situación.

Las bendiciones de DoyoungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora