Tener un novio asesino y padres algo sobreprotectores nunca fue una buena combinación; imaginar la cara de tus progenitores al decirles que ya tenías pareja, no te hacía mucha gracia y obviamente te comerías el "pequeño" detalle de que es un asesino; pero, de algún modo, una parte de ti necesitaba presentarle ante tus padres. Puede que supusiera un aprieto para tu acompañante, pues tendría que hacer un gran esfuerzo para hacerse pasar por el "novio ideal"; pero, tenías una curiosidad enorme por ver el resultado de ponerles cara a cara.
Fue complicado convencerle; sin embargo, acabó aceptando ante tu insistencia.
𝑺𝒍𝒆𝒏𝒅𝒆𝒓𝒎𝒂𝒏
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-- Les vas a encantar, cariño. Estoy convencida. -- Sonreíste mientras le acariciabas la nuca, rascando de vez en cuando con tus uñas por detrás de sus orejas, sabiendo que eso le relajaba.
-- No lo dudo. -- Levantó un poco el mentón y unió sus brazos por detrás de su espalda, estirando un poco su cuerpo.
Aún estando en su forma humana era más alto que tú, de hecho, bastante más. Vestía una camisa blanca, pantalones elegantes negros, ajustados a su delgada cintura con un cinturón, y unos zapatos no demasiado elegantes. Había peinado su corto cabello negro hacia un lado y se había ocupado de afeitarse. Estaba muy guapo, la primera impresión quizás sumaría puntos; pero, esa mueca seria, amenazante y autoritaria en su rostro no iba a ser muy bien recibida. Confiabas en que usaría su poder de leer mentes a su favor.
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Slenderman definitivamente se ganaría a tus padres en un segundo. Su apariencia, su alto nivel intelectual, su madurez, su elegancia y educación, su caballerosidad y su labia les dejaría encantados. Creerían que es un buen negociador, jefe de una importante empresa, con el dinero suficiente para mantenerte y tratarte como a una reina, un caballero que no te abandonaría ni aunque le ofrecieran a cambio gobernar el mundo entero, una pareja que además de darte amor, cariño y atención, podría protegerte, guiarte y enseñarte, tal como lo haría un buen padre.
-- Todo salió bien, menos mal... -- Suspiraste sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y cubierta por las sábanas hasta la cintura, esperando a que Slender acabase de cambiarse de ropa para acompañarte en la cama.
-- Desde luego. -- Afirmó él abrochándose la camisa del pijama con sus largos y blanquecinos dedos.
-- Qué bien mientes. Si yo no te conociese, me habrías engañado a mí también.
-- Gracias. -- Se sentó en el colchón y procedió a acomodarse bajo las cobijas. -- Pero es a lo que me dedico, debo dominar muy bien la mentira.
-- Y... -- Te tumbaste y te acercaste un poco a su cuerpo para acariciar su pecho. -- ¿Cómo sabré que no me engañas cuando me dices que me quieres?
Hubo un silencio en la habitación que duró unos siete segundos hasta que la voz grave de Slender lo rompió.
-- Porque si no te tuviese el más mínimo afecto, no te dejaría tocarme y mucho menos dormir en mi cama. -- Soltó sin sonar romántico ni cursi, esas cosas no iban con él, respondió como siempre: frío y seco; pero, su contestación te convenció.
𝑴𝒂𝒔𝒌𝒚
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Tim era un chico lleno de ambición: si se proponía conseguir algo, lo perseguía hasta dar con él; y este caso no iba a ser la excepción. Quería caerle bien a tus padres, aunque tenía sus dudas en si la primera impresión sería positiva: Un chico más alto que tú, con bíceps notorios en su camisa negra, un rostro afeitado con patillas y cabello negro algo despeinado, y con una, no demasiada, pero sí clara diferencia de edad. Más o menos podría relacionarse con la descripción del típico chulo playa que inyectaba el veneno en una chica y pasaba a otra víctima inmediatamente.
-- Creo que nunca te había visto tan incómodo, Timy. -- Acariciaste su brazo, mirándole preocupada.
-- ¿Yo? No, no, qué va, estoy tranquilo, solo que quiero fumar... -- Apretó un poco el puño derecho y dio un leve golpe en el piso con su zapato, impaciente porque tus padres no abriesen la puerta a su casa. Tu novio, en un acto de generosidad, se privó de fumar para no desprender olor a tabaco y que eso jugase en su contra... Pero abstenerse de su rutina tenía consecuencias, que el pobre Tim estaba empezando a sufrir.
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Definitivamente la primera impresión no sería buena; pero, de todas formas, tus padres disimularon su opinión hacia el Proxy con una sonrisa y buenos tratos. Según pasen los minutos y haya una comunicación fluida, permitiendo a tus padres conocer más a Masky, existiría una muy buena relación entre ellos. Tim se presentó como un gran trabajador de una empresa que había ascendido al puesto de jefe de planta (aludiendo al hecho de que es el "líder" entre sus compañeros Proxies), un chico con estudios universitarios, un elevado salario mensual, ambicioso y que había prestado servicio militar. Esto útimo fue lo que convenció a tu padre y, Tim se ganó a tu madre al hacerla reír y ser caballeroso al ofrecerse a recoger la los platos de la mesa donde habían cenado e, incluso, insistir en que sería él quien lo haría.
-- Estuviste genial, cielo. -- Le sonreíste mientras caminabas junto a él de camino a la mansión.
-- ¿Acaso lo dudabas? -- Te miró con una sonrisa orgullosa que en unos segundos sustituyó por una más amplia, carcajeando. -- Es broma... Actué todo lo mejor que pude.
-- Sin duda... Gracias, cariño.
••• Tenía ya muchas ganas de darles un nuevo capítulo, tras un año entero estudiando 2 de Bachillerato por fin acabé y aquí les traigo este cap, que no es muy bueno, y la idea no es muy buena tampoco, pero fue lo primero que se me ocurrió.
